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Actualizado: 6 de julio de 2025
Ella, puesto un dedo en el gatillo, le contempló fijamente. Se adivinaba su familiaridad con el arma que tenía en la mano. No debía ser la primera vez que la sacaba á la luz. La indecisión del marino fué breve. Con un hombre, su garra se hubiese apoderado de la mano amenazante, torciéndola hasta romperla, sin que le inspirase miedo el revólver.
Perdonen ustedes, no pueden ustedes entrar... les dijo don Anselmo, y les dio casi con la puerta en las narices. Y pude ver que uno de ellos levantaba el puño de la mano en actitud amenazante. En dos palabras di cuenta a don Anselmo de mi resolución de abandonar la casa. Vaya, vaya, ¿a usted también lo ha picado la tarántula?
Bajo el corredor quedaron con Baldomero, Lorenzo y Ricardo tomando mate y comentando el deseo de Melchor de montar al Platero, redomón que lo era aún y que podía dar una sorpresa; pero las órdenes de Melchor se cumplían al pie de la letra y momentos después el Platero ensillado giraba amenazante y piafando alrededor del pilar de la caballeriza en que había sido atado.
La presencia de esta mujer era para él un motivo de remordimientos y alarmas. Afortunadamente, los criados, el chauffeur, todos los de la servidumbre masculina, estaban en el ejército. Las dos chinas recibieron una orden con tono amenazante. Mucho cuidado al hablar con las otras criadas francesas; ni la menor alusión á la nacionalidad del marido de doña Elena y al domicilio de su familia.
Corrió Rojas, pero antes de llegar al sitio de la caída, vió cómo el gaucho se incorporaba, sacando un segundo revólver del cinto, sin dejar de oprimir con el otro brazo á Celinda. Así esperó, con aire amenazante, que se aproximase su perseguidor.
El bandido rugió como una fiera, acercósele amenazante el otro con la maza en alto y los espectadores de aquella escena los contemplaron algún tiempo en silencio, alejándose después por el camino que llevaba la columna.
Al frente del rebaño humano iba un sargento y á retaguardia varios soldados con el fusil al hombro. ¡Adelante los reservistas!... Y un bramido musical, una melopea grave, amenazante y monótona surgía de esta masa de bocas redondas, brazos en péndulo y piernas que se abrían y cerraban lo mismo que compases. Roberto entonaba con energía el guerrero estribillo.
Y hasta las últimas palabras de la Condesa, aquella invocación a la muerte liberatriz, aquella incitación tenaz a la rival amenazante eran la natural solución del contraste entre su capacidad de matarse y la necesidad real de morir, que realmente la oprimía. ¿No tenía razón la reo? ¿Aquel asesinato de que la justicia tenía, sin embargo, que pedirle cuentas, no se confundía así con el suicidio libertador?
El discípulo preferido era el comandante Pierrefonds, un hombre corto de estatura, fornido, parco en palabras, de mal carácter, que gruñía á la menor contradicción bajo su recio bigote rojo y blanco. Tenía el gesto reconcentrado y amenazante de un perro feroz y mudo. Sólo el maestro Simoulin se atrevía á bromear con él.
¡Ojo, señora! gritaba Gallardo . ¡Que ese toro es viejo y se las trae!... Tenga cuidao no se regüerva. Y así fue. Cuando doña Sol se preparaba a realizar la misma suerte que su tío, oblicuando el caballo para clavar la garrocha en el rabo de la fiera y derribarla, ésta se volvió como si recelase el peligro, plantándose amenazante ante los acosadores.
Palabra del Dia
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