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Actualizado: 6 de junio de 2025
La triste y pobrísima capital del Estado soberano de Urí demora en el fondo del valle, al pié de la amenazante mole de Grumberg, y teniendo de un lado el Reuss, de otro el Schachoenbach, su afluente, y al norte la cercana ribera del lago.
Miró en torno de él, sin distinguir nada amenazante en el mar; pero sobre una de las bordas de su embarcación vió cómo se movía una especie de hilo de araña. Este filamento había acabado por pegarse á la madera, como si fuese un ser vivo, mientras su extremo opuesto se perdía en la profundidad acuática. Era un cable igual á los de las máquinas aéreas.
Al terminar la influencia de los hombres, disminuyó el descontento social y perdieron su fuerza amenazante las teorías sobre la supresión de la propiedad, el nuevo reparto de la riqueza y otras utopías. La mujer es profundamente conservadora y ama la propiedad y el orden.
Trae ese arreador, Juancito dijo Baldomero al pequeño peón, que le entregó el que tenía en la mano y que aquél enarboló amenazante, mientras Lorenzo le decía: ¡No le pegue muy fuerte!
Por eso no me acerqué yo, al cabo de los tres cuartos de hora bien corridos que pasé en casa del Topero luchando con la duda. Así llegó el crepúsculo, torvo, silencioso, amenazante, como ladrón asesino que aguarda las tinieblas de la noche para consumar el crimen forjado en su cerebro.
A medida que el sol declinaba, ascendía la tormenta pesada y amenazante, hasta que llegó un momento en que tomó vuelo, avanzó resueltamente sobre el sol enviándole una avanzada de nubes que lo velaron un poco, mientras el grueso de la tempestad proyectaba a lo lejos negras sombras que se disipaban a trechos cada vez que, del seno de las nubes, partía el repentino fogonazo de un relámpago cuya luz se mostraba por grandes claros en las sombras del suelo a la manera de los que se abren en los camalotes o en las algas que cubren aguas tranquilas cuando se arroja sobre ellos una piedra.
Pero este triunfo le llenaba de tristeza. ¡Cómo le odiaba la gente! La vega entera alzábase ante él á todas horas, ceñuda y amenazante. Aquello no era vivir. Hasta de día evitaba el abandonar sus campos, rehuyendo el roce con los vecinos. No les temía; pero, como hombre prudente, evitaba las cuestiones con ellos.
Pero tenía enfrente á una mujer... Y esta mujer era capaz de herirle, colocándolo al mismo tiempo en una situación ridícula... ¡Retírese, señor! ordenó Freya con tono ceremonioso y amenazante, como si hablase á un extraño. Pero fué ella la que se retiró finalmente al ver que Ulises daba un paso atrás, quedando meditabundo y confuso.
Siguiendo la dirección de los filamentos hundidos en el agua, creyó ver un objeto negro que flotaba á pocos metros de la superficie. Agarró una piedra, arrojándola en el mar con una fuerza que hizo surgir chorros de espuma. Pero en vez de obtener su deseo, un nuevo cable se elevó amenazante sobre las aguas.
Estás blasfemando, Melchor; pero sin duda mereces que se te disculpe... tú no estás en condiciones de discutir «ahora»... mañana hablaremos. ¿Qué me quieres decir?... ¿que estoy borracho? rugió Melchor aproximándose a Lorenzo en actitud amenazante. Al verlo Ricardo se interpuso rápidamente, diciendo: No discutan más, Melchor... tú te alteras demasiado.
Palabra del Dia
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