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Actualizado: 26 de junio de 2025


Tenía fama de tan diestro, que se le creía capaz de matar de un pistoletazo un mosquito que pasase volando a cincuenta varas de distancia, y de atravesar de una estocada al propio diablo que se pusiese a reñir con él. Añádase a esto que el Conde era celoso como un turco, y no porque amase mucho a la Condesa, sino por otros motivos.

Para filósofo, menospreciador del mundo y de sus pompas vanas, hubiera hecho mejor en no casarse con un pimpollo como . ¿Qué quieres? ¡Me amaba tanto! ¡Lástima fuera que no te amase! ¿A quién no infundirás amor? , sin embargo, agradecida... No sólo agradecida..., enamorada también... Conque, ¿le amabas mucho? Y le amo todavía.

O bien que, al disculparme yo, ella aceptase como buena y como plausible mi disculpa, y entonces la elevación de su moralidad se relajaría, siendo yo su maestra y su iniciadora en liviandades; o bien que ella, con severo criterio, allá en el centro de su alma y aunque no me lo dijese, rechazara mis disculpas, y tal vez sospechara, a pesar suyo, que yo le daba lecciones infames, y que, acaso sin querer, pero arrastrada por mis instintos perversos, ansiaba rebajarla a mi nivel, aunque sólo fuese para que ella mejor me amase.

La vida es triste y la pericia del hombre está en alegrarla, en iluminar con brillantes colores los contornos grises de la existencia. Bueno era que aquella mujer le amase según él decía: pero aunque el amor no existiese, resultaba lo mismo. Lo importante era que él se creyese amado. En el mundo se vive de la ilusión y la mentira, y la mayor desgracia es abrir los ojos.

Hablaba con tal entusiasmo la reina de Juan Montiño, que el padre Aliaga volvió á sentir en su alma la amarga desesperación que le había causado la sola sospecha de que Margarita de Austria amase al joven. Y la reina hablaba de tal modo por agradecimiento, porque Juan Montiño la había salvado de un compromiso horrible.

Desde donde veas y oigas. ¡Casilda, mi manto y mi litera! gritó la Dorotea poniéndose violentamente de pie. ¡Oh Dios mío! ¡Dios mío! murmuró para el bufón ¡si al menos ella no fuera tan desgraciada! ¡Si ya que de tal modo ama á ese hombre, él la amase!...

He querido que subieses aquí, porque no quería hablarte en la cuadra; aunque eso lo sabe toda la ciudad. No enciendas la vela. Podemos hablar así, a la luz de la luna. Apoya tus pies en este sofá y siéntate aquí a mi vera. En ese jarro hay buen anís. Jacobo no utilizó el aviso. Moreno de Calaveras volvió la cara hacia la pared y continuó: Nada me importaría si no la amase, Jacobo.

Está bien. ¿Quiere V. decirme qué razones hay para que Clara no se case con D. Casimiro? V. es el confesor de Clara. ¿Ama Clara á otro hombre? Por lo mismo que soy su confesor, si Clara amase á otro hombre y ella me lo hubiera confiado, no te lo diría sin que ella me diese su venia, que yo sabría pedir y exigir en caso necesario.

Era preciso que la amase mucho, puesto que la permitía tocar su excelente puñal de Toledo y sus buenas pistolas inglesas. ¡Qué más! ¡Hasta le confiaba la custodia de su provisión particular de vino y de aguardiente! Pero lo que probaba más que nada el amor de Kernok, era una ancha y profunda cicatriz que Melia tenía en el cuello.

Estas resoluciones desesperadas sólo se ven en las novelas. Tenía además cierta confianza en el porvenir y consideraba oportuno dejar pasar el tiempo. Su madre tal vez cediese al ver que transcurrían los años sin que ella amase á otro hombre. Edwin podía estar seguro de su fidelidad. Mientras tanto, la Fortuna tal vez se fijase de pronto en Gillespie, como se había fijado en mister Haynes.

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