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Actualizado: 21 de noviembre de 2025
Mas como la esperanza no abandona nunca, yo aún creí posible que aquella situación se prolongase hasta el amanecer sin empeorarse, y me consoló ver que el palo del trinquete aún estaba en pie.
Toda la mañana siguiente anduvo Sebastiana adormecida y con los pies torpes por haberse levantado al amanecer, como era su costumbre, después de mantenerse despierta hasta que se marcharon los invitados.
Momentos después de amanecer, cuando ya el paso por aquellas breñas iba haciéndose harto difícil, les anunció temblando su guía que en la obscuridad había perdido el camino; palabras que indignaron á los arqueros más próximos, sospechosos de una traición y que á punto estuvo de costar la vida al pastor, cuando repentino toque de cornetas y tambores reveló á los expedicionarios la inmediación del enemigo.
Trabajaba de noche á noche; cuando toda la huerta dormía aún, ya estaba él, á la indecisa claridad del amanecer, arañando sus tierras, cada vez más convencido de que no podría con ellas.
Dirigiendo en torno la mirada, haciéndola vagar por el círculo de montañas, todas grises con la luz de la luna, recordaba en ese momento la mañana de su fuga, un amanecer lívido y frío, el lago plomizo flagelado por el viento, erizado de las olas opacas. Huía sin la menor vacilación. La esperanza, la certidumbre de volverla a ver le sonreían. ¿Cuándo, dónde? No lo sabía. Pero la vería.
Todos los días del año, al amanecer, ya están juntos todos los cabildantes a la puerta del corregidor, en cuyos corredores tienen un banco o escaño en que se sientan entretanto es hora de ir a misa, que siempre es temprano.
Al amanecer seguimos la marcha á los manantiales de Casco, y dicho Mayor con nosotros: á las ocho llegamos, habiendo caminado cuatro leguas por el rumbo del E. Pasamos al instante á reconocer otro puesto que se halla mas al N, y no lo hallamos tan capaz como este, por lo que levantamos su plano donde se hallará su explicacion.
El hueco del balcón donde destaca la gallarda figura esfumada en el incierto resplandor del amanecer; las gentiles formas ceñidas por un abrigo de viaje; el rostro pálido y ojeroso; aquellos labios huérfanos del beso; aquel pecho sin corsé, cuya blandura descansaba, no en las avariciosas manos del amante, sino en la fría barandilla de hierro..., el ánimo combatido por la desesperación, el cuerpo invadido de laxitud... y el sol oculto entre un cendal de nubes, como pesaroso de alumbrar tanta tristeza.
Además repartíanse cédulas de convite y gratificábase á cuatro soldados y á un cabo que desde el amanecer del dia de la procesión guardaban la iglesia, en donde, pomposamente ataviados, hallábanse dispuestos los pasos, cuyo número había aumentado considerablemente, pues además de los que se convinieron sacar en las escrituras de 1687 y 1692 que comprendió solamente á las efigies de la Virgen con la adoración de la Madre de Dios, Sto.
Pues desde el amanecer estad alertos. Apenas quiebra sus rayos el sol en las alabastrinas ventanas del ábside, ya estan ocupando el coro en torno del altar los presbíteros en una hilera, y los diáconos detrás en otra. Los cantores y demas clérigos ocupan su lugar, y comienzan el grave canto de los maitines.
Palabra del Dia
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