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Actualizado: 18 de julio de 2025
¡Ah! dijo tranquilizándose la vieja ; ¡alegróme de que ese sea vuestro apuro! ¡conque ya os regalan! ¡preciso! ¡hidalgos como vos!... Gastan de lo que han heredado de su padre contestó severamente don Juan. ¡Ah! perdonad, perdonad, señor: ¿y es de mucho valor la alhaja? No entiendo de eso... pero yo pido por ella mil doblones. Rica debe ser, pero mostrad.
Ahora, el Mosco tenía otro perro, el segundo Puesto en ama, una verdadera alhaja, pero de menos mérito que el otro, y con él continuaba sus expediciones de «dañador», sus audacias de furtivo, saliendo de ellas en algunas ocasiones chorreando sangre, pero abriéndose paso siempre por entre los disparos de los guardas y los galopes de los vigilantes montados. ¡El plomo que aquel hombre llevaba en el cuerpo!...
Muerta la de Chinchón, no reconocieron sus herederos la validez del trato, y entonces el Duque de San Fernando, cuñado de la muerta y legatario de la alhaja que quisiera escoger en el acervo de la herencia, eligió el Crucifijo cediéndoselo al Rey que lo mandó al Museo del Prado. Es de las más excelentes obras que ha producido el arte de la pintura.
Y el otro pensaba que con sólo abrir el pico, daríase cuenta el portugués de la verdad de su situación, y el oropel de su nombre quedaba al descubierto, como alhaja falsa que pierde la capa de oro con que ha engañado la vista.
Aunque no era tonto, le faltaba mucho para tener un buen entendimiento; pero no conocía la vergüenza; y con esto y con el trato continuo de las gentes de su mundo, tenía lo suficiente para vivir en él como el pez en el agua. Era, en suma, un completo perdido, de buen tono. Pues con esa alhaja estaba concertado el casamiento de Sagrario.
El almacenero acepta complacido la comisión, y al otro día le informa que la alhaja es riquísima y que puede valer como mínimum seiscientos pesos.
Dió á la iglesia el obispo Lobera el 8 de setiembre la hermosa lámpara de plata que pende en el presbiterio. Esta alhaja cayó al suelo por un descuido en el año 1728 y se maltrató mucho, de resultas de lo cual hubo que renovarla. Su peso actual es de 16 arrobas, 18 libras, 10 onzas y 5 reales de plata; dá idea de su hechura la lámina en que está representado el interior de la catedral.
Un partidario de este temple es una alhaja impagable para toda especie de gobierno mientras haya imprenta; y más si añadimos que cree como en su salvación en los partes de los encuentros y escaramuzas que en los papeles públicos suelen venir consignados, y se extasía de placer cuando se encuentra con aquello de que: «de los enemigos murieron tantos centenares de hombres, y nosotros no hemos tenido más que un contuso y algún sargento desmayado», o cosa semejante.
No por cierto: una encomienda. Mirad, padre. Y Montiño sacó un estuche y le abrió. Pero eso es un collar de perlas dijo el padre Aliaga. Montiño, que no se había repuesto de su turbación, había tomado un estuche por otro, y había mostrado al fraile la alhaja que el duque de Lerma le había dado para seducir á la aventurera con quien se pensaba entretener al príncipe don Felipe.
Al contrario, me parece bastante formal y simpático; guapo no lo es... ¿para qué más de la verdad?... pero el otro... el otro es una alhaja, un bendito... ¡Si le viese usted, como yo le veo muchos días, comulgar en San Antón!... Vamos, que enternece hallar un chico tan humilde y devoto ahora en que a todos les da por despreciar las cosas santas y decir mil borricadas y escandalizar a las personas honradas.
Palabra del Dia
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