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Tenía ante sus ojos el bosque inmenso hermoseado por la difusa luz de las estrellas, borrando en la penumbra su acre aspereza de vegetación salvaje, unificando sus bravíos colores en una vaguedad fantástica de inmenso jardín encantado. Maltrana creyó ver un gigantesco dibujo blanco y negro sobre un papel azul perforado por innumerables picaduras de alfiler que daban paso a la luz.

Y algo más tarde, hallándose el venerable mandarín hablando con unas señoras, un poco inclinado hacia adelante por estar ellas sentadas, acercósele sir Roberto con mucho disimulo, oculto entre el gentío, y sin provocación ninguna, sin objeto alguno justificado, ¡zas!, hundióle con flema británica, hasta la cabeza, un alfiler en la nalga izquierda...

La despedida a mis viejos, voy a ponerla en sitio visible... ¡ay, Dios mío! ¡cuando entren y la vean! ¡pobrecitos!... aquí, en la mesa, la haría volar el viento; ¿dónde la pondré? en la almohada, prendida con un alfiler... ¡así! ¿estoy pronto ya? saldré de puntillas, para que no me sientan, pero, antes voy a asomarme a la ventana, a ver si viene alguien... ¡Han llamado! y no he oído pasos en la escalera, ¿será papá? no, si es él, me mato aquí mismo: su presencia me sería insoportable... ¿Quién es? ¡ah! es Pampa... algún recado de tiíta Silda... el revólver aquí, en el bolsillo, bien disimulado.

Mira qué oriente. Se puede hacer un alfiler y ponérselo a ella en el pecho, o al Niño. ¡Un rayo! ¡Valiente caso hace la Virgen de perlas y pindonguerías!... Créame á : véndala y dele á los pobres el dinero. Mira , no es mala idea dijo el tacaño guardando la joya. sabes mucho.

Tenía el revólver, arma que lograba ocultar como esconden el aguijón ciertos insectos, sin saberse nunca con certeza de dónde volvía á surgir. Y por si no le era posible valerse de él, contaba con el alfiler de su sombrero. Míralo... ¡Con qué gusto lo clavaría en el corazón de muchos!...

Las esponjas del Mediterráneo nadaban en los primeros días de su nacimiento cuando eran como cabezas de alfiler con movimientos vibrátiles.

Regalábale a menudo, unas veces con un bastón, otras con un alfiler de corbata, otras con alguna sortija de poco precio, y el día que cumplió los trece años le compró reloj de plata con cadena de doublé.

Entregaron luego a Kassim para montar, un solitario, el brillante más admirable que hubiera pasado por sus manos. Mira, María, qué piedra. No he visto otra igual. Su mujer no dijo nada; pero Kassim la sintió respirar hondamente sobre el solitario. Una agua admirable... prosiguió él costará nueve o diez mil pesos. Un anillo! murmuró María al fin. No, es de hombre... Un alfiler.

A medianoche no había dormido aún; estaba sola. Podía pensar a mis anchas, y pensar en ti como me diera la gana. Llegó la mañana. ¿Qué creerás que hice? La cantidad era enorme. ¡Mil duritos! ¿De dónde había de sacar yo ese dineral? Pues verás... Vendí mis pendientes de tornillo y mi alfiler grande. Saqué doce mil reales. Compré otros diamantes falsos para que él no conociera el engaño.

Rorró; así me decía ya, sin que este nombre cariñoso llamara la atención de mi tía. ¡Rorró, deje usted el libro y ayúdeme! Se trataba de separar los pétalos uno a uno, sin estropearlos, con la punta de un alfiler, para que la tela no perdiese el barniz que traía de la fábrica y sacaran las flores un brillo natural.