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Los acreedores entraron en razón; guardaron secreto acerca del estado de sus negocios: sólo exigieron que Clementina firmase, en unión con su marido, los pagarés renovados. Poco después, la suerte favoreció un poco en la Bolsa a Osorio y pudo aletear como antes, aunque bajo la mirada recelosa de los hombres de dinero, que le pronosticaban unánimemente la quiebra más tarde o más temprano.

Aunque no entiendan una palabra dicen siempre «yes, yes, yes», alzando y bajando la cabeza como el asno de cartón que me trajo papá el otro díaDespués de jugar en el paseo, los niños volvieron a casa muy contentos. Muy contentos todos, menos Lita, que sentía en su cabecita aletear una pequeña preocupación, como una mariposilla prisionera bajo una copa de cristal.

y mis labios hundía en tus cabellos, y, loco de pasión, dejaba en ellos un enjambre de abejas osculares. Poeta ruiseñor: en las difusas alegorías tuyas misteriosas, hay un aletear de mariposas y la atracción de estrofas inconclusas. Exquisito cantor: en las profusas bellezas exquisitas de tus glosas como en un lecho de fragantes rosas se extenuan de amor las nueve musas.

Y al poco rato lloraban las mujeres, rugían de entusiasmo los hombres que aún no habían ido al ejército, y hasta las banderas tricolores parecían aletear con más fuerza, como azotadas por el vendaval patriótico del lírico orador. Cruzaba los brazos lo mismo que Napoleón después de una victoria; otras veces manoteaba y rugía igual á Dantón al declarar la patria en peligro.

Anunciaban su llegada las hierbas de los caminos cubriéndose de minúsculos botones. Los pájaros se atrevían á salir de sus refugios para aletear entre los cuervos que graznaban de cólera junto á las tumbas cerradas. El paisaje iba tomando bajo el sol una sonrisa falsamente pueril, un gesto de niño que mira con ojos cándidos, mientras sus bolsillos están repletos de cosas robadas.

Eran jóvenes de Palma que después de recorrer la ciudad disfrazados de berberiscos pensaron en «la francesa», avergonzados sin duda del aislamiento en que la tenían las gentes. Llegaron a media noche, turbando con sus canciones y guitarreos la calma misteriosa del convento, haciendo aletear medrosos a los pajarracos albergados en las ruinas.

En la concavidad del escabón parece aletear un gran pájaro invisible que acordase su vuelo con la voz del viento y el tumbo de las olas. La cortina cenicienta de la lluvia ondula en el claro de luz que recorta la boca de la cueva. Algunas sombras llegan a cobijarse y se agrupan en el umbral, alentando afanosas de la carrera.

Una lluvia de flores vino, de improviso, a oscurecerlo, y multitud de blancas palomas fueron lanzadas a él, abatiendo al punto el vuelo con aletear trabajoso, y cayendo sobre la muchedumbre, entorpecidas de tener tanto tiempo ligadas las patas.

Se extendió de nuevo sobre la tierra un velo gris, y la espiral de palomas cesó de aletear, desplomándose de golpe en el fango. El jefe del fielato habló de las dos muchachas. Las veía pasar todas las mañanas a la misma hora; trabajaban en una fábrica de gorras de la calle de Bravo Murillo.

Volvió el ave a aletear a la par del alero, graznando agresiva, cuando abriendo la puerta del salón anunciaron: Doña Rebeca. Carmen imploró. Viene a buscarme; ¡no me dejes, por Dios, no me dejes! El de Luzmela había doblado la cabeza sobre el hombro de la niña, y sus brazos se iban aflojando en torno al cuerpo grácil de la criatura.