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Actualizado: 5 de junio de 2025


¡No la trato de miserable porque haya rehusado casarse conmigo... sino porque durante meses y años ha alentado mi pasión, porque me ha hecho creer que la compartía... y porque mintió, en fin!... Vamos a ver, señora, ¿cree usted que soy un niño? ¿cree que pude engañarme con respecto a su actitud, a sus miradas, a su acento, a su silencio mismo?

Asegurábase además, que el gran turco, a quien arrebataban los portugueses en la India el fructuoso comercio que hubiera acrecentado y hecho incontrastable su poder, había alentado, por medio de emisarios secretos, y tal vez con promesas de auxilio, a varios rajaes o príncipes soberanos indostaníes, mahometanos unos y gentiles otros, para que contra Portugal se ligasen y armasen.

Il sol de l'ánima Trascurrieron bastantes días. Octavio, alentado por la extrema confianza que los condes le otorgaban, no escaseó sus visitas á la Segada. La mayor parte de los días iba después de comer y volvía á la caída de la tarde. Alguna vez se quedaba hasta las diez ó las once de la noche. Entonces un criado de la casa salía acompañándole con un farol hasta el puente.

¿Qué es lo que os apena tanto? le preguntó . Parece que tuvierais ganas de llorar. Catalina estaba muy triste, en efecto. Para salvar a su amiga amenazada, había tenido que recurrir a una mentira peligrosa. ¿Qué iba a suceder ahora; si el intendente, alentado por la falsa revelación, se ponía a asediar a Marta con su afecto más vivamente que nunca?

Llegué a Madrid, y como había alentado una ilusión acaso para entretener mi hastío, y esta ilusión era la atmósfera en que vivía, sin tomarme más tiempo que el necesario para lavarme y mudar de traje me presenté en el colegio. Salió a abrirme una persona desconocida, que me miró con extrañeza. ¿Doña Gregoria...? dije. No vive aquí, me contestó la criada y me dio con la puerta en las narices.

¿Doña Guillermina repartió a los vecinos y a usted no?... ¡Ah!, descuide usted; ya le echaré yo un buen réspice. Alentado por esta prueba de benevolencia, Ido empezó a tomar confianza. Avanzó algunos pasos dentro del recibimiento, y bajando la voz dijo a la señorita: «Repartió doña Guillermina unos capuchoncitos de lana, medias y otras cosas; pero no nos tocó nada.

; , señora, hidalgo es, pero... No importa que sea pobre; es valiente y alentado. , es cierto; pero... Como valiente y alentado hará fortuna. Por mucha que haga... Tu padre no es codicioso. Pero siempre verá que ese joven es sobrino de Francisco Martínez Montiño, cocinero mayor del rey.

Alentado por el buen éxito de ella, salióse del montón de sus hermanos, que en tropel habían bajado con su madre detrás de , y en un dos por tres embridó el rocín después de arrojar al averío las mezquinas sobras del pienso; sacó la mansa bestia al corral, y la plantó allí, en debida forma, para que montara yo.

Pero seguía adelante, sintiéndose alentado por el espíritu comercial, que le hacía sobrellevar los fracasos con la esperanza de enormes ganancias cuando su hijo fuese un matador de cartel. El pobre muchacho, que en sus primeros años había manifestado aficiones al toreo, como la mayoría de los chicuelos de su clase, veíase ahora prisionero del entusiasmo del padre.

D. Laureano, avergonzado y alentado al mismo tiempo, exclamó irguiéndose: Vaya, vaya, déjame en paz y sigue tu camino. Nada tengo que partir contigo. ¿Nada tienes que partir conmigo, malvao? Y la criatura que he dejao en Madrid ¿es la punta de un cigarro que tiras a la calle cuando empieza a quemarte, verdá ?

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