Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de julio de 2025


¿Sabes, Rosa dijo al fin sonriendo que tengo hambre?... Con lo que me has dicho, me viene deseo de tomar leche... ¿Quieres que le ganemos por la mano a José? La aldeana manifestó escrúpulos antes de cometer el hurto; pero Andrés prometió dejar algún dinero en pago, y quedó resuelto. Descolgáronse hasta el pesebre por uno de los agujeros que había sobre él.

El joven tornó a decir: ¿Sabes lo mejor que podíamos hacer?... Pasar aquí la noche... Mañana temprano, yo bajaría al pueblo y avisaría a tu tía para que te subiesen ropa... Tampoco respondió la aldeana. Sentada sobre la yerba, con la cabeza baja, los ojos extáticos y mordiendo una brizna de paja, parecía abstraída en grave meditación.

Y has también de advertir, Sancho, que no se contentaron estos traidores de haber vuelto y transformado a mi Dulcinea, sino que la transformaron y volvieron en una figura tan baja y tan fea como la de aquella aldeana, y juntamente le quitaron lo que es tan suyo de las principales señoras, que es el buen olor, por andar siempre entre ámbares y entre flores.

Las escenas, en que la fingida aldeana censura las costumbres de la corte, con sencillez aparente y en el lenguaje popular, que imita á la perfección, diciendo la verdad sin ambajes ni rodeos, son de las más bellas que ha sugerido hasta ahora la musa cómica. No hay necesidad de añadir que el Don Pedro verdadero es reconocido como tal, y que se casa con la hija de Don Gómez.

Dejó los medios de fuerza, que con una aldeana son inútiles; pero inquieto, febril, espoleado por un deseo omnipotente, comenzó a ensayar con ella todos los recursos de su experiencia amorosa, los mil artificios delicados que había aprendido en el comercio de las damas cortesanas.

Después la vida le había hecho hombre, había seguido la escuela de su madre... una aldeana que no veía en el campo más que la explotación de la tierra.

Ni un poquito, ni un muchito... me juzgas demasiado débil, Perico... Es necesario que te vayas convenciendo de que soy una aldeana en toda la extensión de la palabra... Y si no, mira... mira... La condesa emprendía á correr desaforadamente por el monte arriba; pero á los pocos pasos dejábase caer jadeante sobre el césped, llamando burlón y cazurro al joven porque se estaba riendo.

Pero ¿no hay un tiro que mate al pillo de tu tío?... ¡Ese bribón cree que te va a entrar el amor con los palos!... Estoy viéndole azuzar a tu padre... «Pégale, pégale, que ya cederá»... Si no fuese por ti, ya le hubiera roto el bautismo... y aun si le tropiezo, no si podré contenerme. ¡Madre mía, cómo se apura D. Andrés! exclamó riendo la aldeana.

Así pasaron al comedor llevando á Flora en el medio. Una vez allí, se dibujó en los labios del ama de gobierno una sonrisa maliciosa y profirió dirigiéndose á Flora: Siéntese, señorita; siéntese frente á su padre. Flora se dejó caer en sus brazos ruborizada. ¡Oh, por Dios, no me hable usted así! Señorita y aldeana. Nolo había tenido tiempo á meditar su resolución.

Petra se le presentó vestida de aldeana, con una coquetería provocativa, luciendo rizos de oro sobre la cabeza, el dengue de pana sujeto atrás, sobre el justillo de ramos de seda escarlata muy apretado al cuerpo esbelto; la saya de bayeta verde de mucho vuelo cubría otra roja que se vislumbraba cerca de los pies calzados con botas de tela. Estaba hermosa y segura de ello.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando