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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Pero ¿debo yo vivir libre todavía? ¿Será suficiente mi vuelta a la fe; bastará que en todo este tiempo me haya ocupado en reparar el mal que he hecho? ¿No estoy obligado a dar al mundo una prueba de mi conversión, de los alcances de ésta? ¿Y no debo expiar para merecer verdaderamente que se me perdone?... Tengo dos caminos por delante.

Seis vocales: una carlista, bastante tonta; otra, radicala, de pocos alcances; y cuatro alfonsinas, de la Grandeza, del cogollito, honradas, por supuesto, listas y de arranque. Una secretaria literata. Una tesorera de alta banca.

Como la palabra obedecía mal a su pensamiento, huía los diálogos largos y las conversaciones en corro, limitándose a hacer signos de afirmación o negación con la cabeza, y cuando más, a decir frases concisas, que tomaban en sus labios tono de sentencias pretenciosas. Muchos le consideraban como hombre formal, pero de cortos alcances, y algunos le trataban de burro serio.

Pasada la taberna, la muchacha corría y corría, creyendo que alguien iba á sus alcances, esperando sentir en su falda el tirón de una zarpa poderosa. No se serenaba hasta escuchar el ladrido del perro de su barraca, aquel animal feísimo, que por antítesis sin duda era llamado Lucero, y el cual la recibía en medio del camino con cabriolas, lamiendo sus manos.

Otros, más rebeldes, trotaban dirigiéndose hacia el río, y los toros venerables, los prudentes cabestros, iban a sus alcances, haciendo sonar el cencerro pendiente del cuello, mientras los vaqueros les ayudaban en esta recogida disparando con su honda piedras certeras que iban a dar en los cuernos de los fugitivos.

Hablaba hasta por los codos, y siempre eran las desdichas ajenas las que le arrancaban los mayores lamentos. A Pito Salces se le hallaba indefectiblemente a los alcances del roce con Tona en sus manipuleos de cocinera diligente: hacia el rabo de la sartén, por ejemplo, y en los linderos del camino más trillado entre el fogón y la alacena del aceite y las especias.

Antoñuelo era un mocetón gentil y robusto, muy simpático, aunque de cortos alcances, y decidido para todo, y singularmente para admirar a Juanita, a quien consideraba y respetaba, sometiendo a ella toda su voluntad como por virtud de fascinación o de hechizos.

Mientras tanto el P. Norberto estaba sorprendido y confuso por las inusitadas atenciones de que era objeto por parte de Cándida. El pobre no estaba acostumbrado a que se las prodigasen. El bello sexo de Peñascosa le profesaba cierto desdén compasivo. Teníasele por un sacerdote virtuoso, pero de muy cortos alcances.

Pero cuando, abiertas las válvulas á todos los pareceres y á todas las ideas, fué llegada la hora de echarse cada cual, á campo-travieso, en busca de terreno para alzar una cátedra en él, ¿qué doctor, por corto que fuera de alcances, no había de descubrir, á la primera mirada, el mejor de los terrenos para aquellos fines en la pura, tradicional, primitiva sencillez de la clase marinera?

Ya, ya..., trabajo te mando... Sobre que no los hay... Y toma... Si los hubiera, costarían un ojo de la cara. ¡Pues a fe que te gustaban a ti poco los zorzales! ¿Y las anguilas? ¿Y las ancas de rana? Nada de esto está por aquí a nuestros alcances sino cuando repican recio.

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