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-Por eso -respondió el del Bosque- dicen que la codicia rompe el saco; y si va a tratar dellos, no hay otro mayor en el mundo que mi amo, porque es de aquellos que dicen: "Cuidados ajenos matan al asno"; pues, porque cobre otro caballero el juicio que ha perdido, se hace el loco, y anda buscando lo que no si después de hallado le ha de salir a los hocicos. -Y ¿es enamorado, por dicha?

Se avergonzó de sentir necesidad de apoyarse en la mediación de Charito. He cumplido, ¿verdad? dijo ella sonriéndole; luego, sin otra palabra y con una graciosa solicitud corrió hacia el grupo en que se hallaba Adriana. Muñoz, cada vez más íntimamente herido en su orgullo, salió del salón; en la salita contigua sólo había una pareja de novios, tan ajenos a todo que ni le oyeron entrar.

Aquí tenemos un ejemplo muy interesante de la manera ingeniosa, con que los poetas españoles se apropiaban pensamientos ajenos, les daban nueva forma y los aplicaban con fines distintos. Visiblemente se nota en esta obra una reminiscencia de El villano en su rincón, de Lope. Además, García recuerda también á El celoso prudente, de Tirso, y á El comendador de Ocaña, del mismo Lope.

Ni por casualidad se dio el caso de que alguna de sus hijas le apoyase. Tratándose de asuntos ajenos a la dirección rentística de la casa, muchas veces se partían las opiniones; algunas hijas se ponían de parte de papá contra sus hermanas. Mas en cuanto asomaba el problema económico, constantemente se veía al Jubilado de un lado y a las cuatro hijas de otro.

Fuera desto, son en el estilo duros; en las hazañas, increíbles; en los amores, lascivos; en las cortesías, mal mirados; largos en las batallas, necios en las razones, disparatados en los viajes, y, finalmente, ajenos de todo discreto artificio, y por esto dignos de ser desterrados de la república cristiana, como a gente inútil.

De pie en la acera, meditabundo, enfrente del silencioso edificio, míster Robert pensaba que no es otro el destino del trabajo honrado, en lucha abierta con el agio: el interés los une en apretada cadena, y es tal la solidez de sus eslabones, y tal el engranaje de la máquina, que el que cae, arrastra a los demás que le siguen, envolviendo a todos en la propia ruina. ¿Y las fatigas y los desvelos del que sembró su semilla, cuidó su germinación, se recreó en la florescencia y se preparó a recoger el fruto apetecido? ¡Quién sabe! él era de los que van poco a poco, por la recta de la honradez, enemigo de las curvas del mercantilismo, y quizá en el nublado que se aproximaba, cayera también, víctima inocente de ajenos errores. ¿Qué sería entonces de su pobre familia? ¿sembraría nueva semilla, sin temor de que las bestias del vecino pisotearan su sembrado y le arruinaran una vez más?

Pero lo que ha de exigirse sin remedio de este proceder es que el autor, que se atribuye bienes ajenos, los revista de formas poéticas y se los asimile; que los exorne con nuevos elementos poéticos, hijos de su inspiración, y que les infunda más vigor y más lozana vida.

Los gremios expresan allí en los días festivos que no son insensibles al encanto misterioso de la Naturaleza ni ajenos a las dulces emociones del campo.

»Pero, si no existía error en el diagnóstico, podía haberlo en el tratamiento, y aferrado a esta esperanza comenzó a exponer los medios que había puesto en práctica para combatir el mal; los sistemas, ya propios, ya ajenos, que había seguido, y las armas esgrimidas contra la horrible dolencia, imposible de vencer. ¿Qué otra cosa le quedaba por hacer?

Llevábala con paciencia, pero no sin cansancio. ¿Consistiría esto en que sus propios males la hacían más insensible para los ajenos, o en que, robándole los alientos del espíritu, agostaban el campo de sus ilusiones y vanidades, e imprimían nuevo y más sosegado ritmo a los impulsos de su corazón?