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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Abre los brazos y recibe también tu hijo don Quijote, que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo; que, según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que desearse puede. Dineros llevo, porque si buenos azotes me daban, bien caballero me iba.
6 Cuando te incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la mujer de tu seno, o tu amigo que sea como tu alma, diciendo en secreto: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que ni tú ni tus padres conocisteis, 8 no consentirás con él, ni le darás oído; ni tu ojo le perdonará, ni tendrás compasión, ni lo encubrirás;
Pues qué, ¿tanto abunda el verdadero patriotismo que sea necesario conquistar a tiros la molestia y el pesar de abandonar la propia casa y la familia y los negocios, por ir a cuidar de los ajenos? Sabemos ya que don Simón, aunque muy halagado con la importancia que le concedía su propio cargo en las altas regiones en que éste pesaba algo, no estaba satisfecho.
El marido es comerciante en sederías. Tiene unos cuarenta mil pesos. Encontrábamos a dos niñas con sus novios respectivos. Ni una peseta; el palmito y nada más. Pasábamos cerca de un caballero anciano. Adiós, D. Juan... Propietario rico; su labranza vale más de cien mil pesos. Parecía que estaba dedicado exclusivamente a tasar los bienes ajenos. Me repugnó algo aquella sórdida cualidad.
Al volver a ver la casa del Tarumbo, recordé las «cosas» de éste y hablé de ellas al médico. Yo no sé me dijo , si es un hombre feliz o un desdichado, pasándose la vida, como se la pasa, desviviéndose por los negocios ajenos y abandonando los propios. Desde luego es su manía de lo más original que he conocido. No siempre la extrema hasta el punto que usted ha visto hoy; pero le falta muy poco.
19 Mas al morir el juez, [ellos] se tornaban, y se corrompían más que sus padres, siguiendo [a] dioses ajenos para servirles, e inclinándose delante de ellos; y nada disminuían de sus obras, ni de su obstinado camino. 20 Y la ira del SE
¿Y que falta hacía crear la ponzoña? El mal es en la tierra como piedra de toque para el alma. ¿Piensas que en prosperidad imperturbable sería mejor el hombre? Mira, Tirso, no me gusta probar ideas propias con testimonios ajenos; pero contesta a este raciocinio de Epicuro: ya ves si lo tomo de antiguo. A ver qué herejías paganas te han enseñado en la Universidad.
Dos veces le he hablado. ¿Y sabes lo que hace? Alzar los hombros, sacudir la ceniza del cigarro con el dedo meñique, y decir que ahí se las den todas. El enamorado oía con júbilo estas palabras, que eran para él un gran consuelo. Indudablemente Juan Pablo observaba la prudente regla de respetar los sentimientos y propósitos ajenos para que le respetaran los suyos.
Otros eran mis pensamientos, dijo el escudero, muy ajenos á la tempestad que nos amaga. Disponed de mí, si en algo puedo serviros. Pero hablando de pensamientos, no son menos negros los que me asaltan al figurarme las dificultades de mi viaje de vuelta; vientos contrarios, la vela mayor partida en dos, muertos la tercera parte de mis marineros, y el barco con averías y boquetes por todos lados.
Se ocupaba del propio tanto como de los ajenos, y deploraba que no tuviéramos hipódromo . Como el de sus hermanas, estaba su cerebro tan limpio de Aritmética, que no acertaba a comprender por qué él tenía un solo caballo, mientras su amigo, el hijo de los duques de Tal, montaba alternativamente cinco, sin contar los veinte que ocupaban la cuadra de la calle de San Dámaso.
Palabra del Dia
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