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Actualizado: 21 de julio de 2025


Un grito: "¡Dios mío! mi tía!" se oyó en el interior del coche; pero la portezuela golpeó, vigorosamente atraída, y el ruido de las ruedas ahogó el resto de las quejas de Herminia. En el salón de baile los invitados se removían con ardor. Mauricio sacó su reloj y vió que eran las once y media. Hacía algunos momentos ya que Herminia había desaparecido.

Aunque no le valieron tretas contra Bernardo del Carpio, que se las entendió y le ahogó entre los brazos, en Roncesvalles.

Después pregunta de qué se ha muerto, y le contestan que se quedó de pronto frío porque le faltó el aire, es decir, que se ahogó. Entonces la vieja piensa que ella padece también de asma y que bien puede suceder que un día le falte el aire como a don Pedro Antonio. Ya no le hace provecho la novena.

Magdalena abrió los ojos, quiso incorporarse exclamando: «¡Aire! ¡aire! ¡Me ahogo!» y se desplomó lanzando un suspiro. Era el último. Magdalena de Avrigny ya no existía. Levantose el doctor y con voz ahogada dijo: ¡Adiós, Magdalena! ¡Adiós, hija mía! Amaury lanzó un grito terrible. Antonia sollozaba como si su pecho fuera a desgarrarse.

Pidió subsidios á sus vasallos, y los bonzos que eran dueños de la mìtad de las rentas del estado, se contentáron con levantar las manos al cielo, y se negáron á llevar su dinero al erario para sacar de ahogo al rey. Cantáron lindas oraciones en música, y dexáron que los bárbaros asolaran el estado. Querido Zadig, ¿me sacarás de este horrible apuro? le dixo en lastimoso tono Nabuzan.

En una huerta está junto á un camino, En medio de un vallado, una higuera: Aquí, despues de muerto, le han colgado, Fingiendo que murió desesperado. La moza le ahogó, cuando dormia, Con un lazo y cordel muy corredizo: Con ella está presente, que lo via, El nuevo sucesor, y mal mestizo, El cual al muerto luego suspendía.

Acudieron su mujer y sus vecinos con luces, y halláronle haciendo efectos de nadador, soplando y arrastrando la barriga por el suelo; y meneando brazos y piernas con mucha priesa, y diciendo a grandes voces: "¡Socorro, señores, que me ahogo", tal le tenía el miedo, que verdaderamente pensó que se ahogaba.

El ahogo y el susto pasaron pronto. Todas las cosas volvieron al ser que tenían. El inglesito llegó a ser íntimo en casa de Rafaela. Don Joaquín concibió por él mucho más cariño que el que tuvo al gaucho, y casi estamos por afirmar que un poco más que el que tuvo a Arturito.

Yo los casaré. ¿Por lo pronto, le tenemos ya dentro de palacio? Fray Luis ahogó en su garganta un rugido que se revolvió sordo, poderoso en su pecho. La última pregunta de la reina le había aterrado.

¡Bah! nada de emoción dijo el notario con expresión de mal humor; eso me quitaría el apetito y acaso perturbara al muchacho, que probablemente no sospecha nada y va a venir a comer según costumbre. Sin embargo, él tampoco estaba muy tranquilo, y cuando vio al fin a su ahijado, ahogó un suspiro de alivio. Carlos estaba tranquilo, casi risueño.

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