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Actualizado: 19 de junio de 2025
Ya en el número, proporcionalmente diminuto, de sus obras que existen, parece haber agotado todas las combinaciones dramáticas posibles, y no haber dejado á sus sucesores otro recurso que imitarlo; y á quien conozca un número considerable de sus comedias ha de ocurrírsele, que, cuando lee los dramas de otros poetas, encuentra á cada paso momentos y situaciones, comprendidas ya en los de Lope.
Sí, esa hora, esa hora de amor, para llamarla por su nombre, había sido soberanamente dulce, porque no fué premeditada, porque no había pensado en darle su nombre sino después de haberla agotado; porque había sentido la ebriedad sin la falta. Ahora mi conciencia se ha despertado: véome en la pendiente de un amor imposible, ridículo, peor que esto, ¡culpable!
¡Doña Clarita! dijo Pascuala abrazando á Clara con más suavidad que su marido y llevándola adentro. Al encontrarse en el dormitorio de los Pascuales, la sobrina de Coletilla, que había agotado todas las fuerzas de su cuerpo y de su espíritu en aquella noche, se dejó caer en una silla y perdió el conocimiento. #Un momento de calma#. Bozmediano y Lázaro hablaron poco por el camino.
El Santa Ana había tenido en el combate del 21 noventa y siete muertos y ciento cuarenta heridos: se habían agotado los recursos de la enfermería, y algunos medicamentos indispensables faltaban por completo. La desgracia de Malespina no fue la única después del rescate, y Dios quiso que otra persona para mí muy querida sufriese igual suerte.
Podía atreverse á todo: el Océano había agotado en él todas sus sorpresas... Y sin embargo, la peor de sus aventuras ocurrió estando el mar en calma. Siete años llevaba de navegante, y se disponía una, vez más á volver á España, cuando en Hamburgo aceptó puesto de piloto en un velero que iba á hacer rumbo al Camerón y al África oriental alemana. Un marino noruego quiso disuadirle de este viaje.
¡Estoy harta de tener calma! exclamó con enfado Nucha, como el que oye una gran simpleza . He rogado, he rogado.... He agotado todos los medios.... No aguardo, no puedo aguardar más.
La señora de Osorio, hastiada de la vida elegante, habiendo agotado todas las emociones que ofrece a una dama ilustre por su hermosura y su riqueza, se iba placiendo extremadamente en aquel saludo inocente que casi todos los días cambiaba con el joven del mirador.
Se detuvo, no porque había agotado sus argumentos que los elegía en un arsenal inagotable como si se calmara de súbito por una reacción instantánea sobre sí mismo. Nada igualaba en Oliverio al temor de parecer ridículo, al cuidado que poseía en no decir mucho o demasiado poco, al sentido riguroso de la medida. Escuchándose advirtió que hacía un cuarto de hora que estaba divagando.
Este en cambio había caído en un desnivel, que lo condujo rápidamente a todos los grados de la perversión, como si las energías de su espíritu se hubieran agotado o se hubieran trasvasado al de sus amigos, respondiendo al principio en virtud del cual, cuando un platillo de la balanza sube, el otro baja.
Además, la aterraban demasiado: no pocas veces le habían quitado el sueño, y hasta en algunas ocasiones pidió a Genoveva que se acostase a su lado porque se moría de miedo. Después de haber agotado la librería de don Serapio, pidió a una de las señoritas de Delgado que le abriese la suya, que tenía fama de hallarse ricamente abastecida.
Palabra del Dia
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