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Actualizado: 19 de junio de 2025


Llovían sobre la tela roja las monedas de cobre según el gusto que habían dado a los vecinos las proezas de los forasteros, y terminada la corrida emprendían la vuelta a la ciudad, sabiendo que en la posada se había agotado su crédito. Muchas veces reñían en el camino por la distribución de la calderilla guardada en un pañuelo anudado.

Agotado todo lo que en el salón había que enseñar al primo, le mostraron la casa desde el desván hasta la leñera: un caserón antiguo, espacioso y destartalado, como aún quedan muchos en la monumental Compostela, digno hermano urbano de los rurales Pazos de Ulloa.

El hondero autor de aquella hazaña, viendo á Roger solo y exánime y juzgando por el aspecto y traje del joven que se trataba de un caballero inglés, comenzó á bajar precipitadamente de la colina donde se hallaba apostado con otros, ansioso de despojar á su víctima y sabedor de que los arqueros habían agotado todas sus flechas.

Pero observo que el sendero florido que seguíamos nos ha llevado á la frontera del antiguo Egipto. Volvamos hácia atrás en busca de nuestra querida Grecia, que todavía no he agotado el tema, y en ella hemos de volver á encontrar al Egipto. Hablábamos de Homero. Para Vd., la epopeya de Homero es un monólogo estéril y sublime.

Pero protestó diciendo que había agotado toda su provisión y que, a menos de inventar, ya no tenía nada que contar. Algunos amigos de la casa formaron un círculo a su alrededor con objeto de importunarle.

Las relaciones de nuestra Península con Roma eran demasiado estrechas para que no se nos hiciese familiar el estravío que allí padecia el buen gusto; además, el estilo introducido por la escuela de Herrera habia en cierto modo agotado sus recursos, y se deseaba la novedad.

Todo pasa y todo muda en torno de esos piadosos monumentos; menos ellos, que permanecen sin haber agotado los tesoros de consuelos que a manos llenas prodigan.

He roto con todo y he venido a refugiarme en Heidelberg, para escrutar aquí mi espíritu y juzgar en la soledad y el silencio la metamorfosis que en se ha efectuado durante estos seis meses. ¿Se habrán agotado mis lágrimas a fuerza de llorar y se habrá cerrado mi herida por no tener ya sangre que verter? ¿Sería posible que yo llegase a curar? ¡Oh! ¡Mísera humanidad! ¿Tan flacos somos que nada, ni siquiera el dolor, perdura en nosotros?

Toda crítica contra los tiempos presentes alegraba al sacerdote. ¡Qué demonio de hombre! decía a Gabriel . , en tu locura, tienes para todos. Este país está agotado, don Antolín. Aquí nada queda en pie. Es incalificable el número de ciudades que han desaparecido desde que comenzó nuestra decadencia.

Llegamos al fin, y después de saber a la puerta de mi casa, por Chisco, que no había novedad arriba, despedímonos el médico y yo «hasta luego», y continuó él andando hacia la suya. No había que pensar ya en nuevas excursiones por la montaña: con la última se habían agotado mis fuerzas y colmado la medida de mi poco exigente curiosidad.

Palabra del Dia

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