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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Iba envuelta en un manto obscuro que había perdido su primer tinte y era del color llamado "ala de mosca". Agarrado á una de sus manos marchaba un niño cuya cabeza apenas le llegaba á las rodillas. Rosalindo no conocía á la difunta Correa ni jamás encontró á alguien que pudiera describírsela. Pero al ver a esta mujer por primera vez, quedó convencido de su identidad.

Tenía el cuello atravesado por el balazo, y los dos agujeros abiertos por el proyectil manaban sangre: el sable estaba caído a pocos pasos, y él, con la mano izquierda, crispada y sucia, conservaba agarrado un trapito rectangular y blanco, sujeto a una cinta que le salía de entre las ropas del pecho.

Buscaba calma y olvido en aquel refugio, y el espíritu de rebelión le había seguido hasta su escondrijo. Recordaba sus propósitos del primer día, cuando se vio solo en el silencioso claustro. Quería ser una piedra más de la catedral, no reflexionar, no sentir, pasar el resto de su existencia agarrado a aquella ruina, con la vida embrionaria del musgo de los contrafuertes.

Y viendo que el otro hacía signos negativos, levantóse, y recogiendo la capa, que se le caía, dió algunos pasos hacia D. Juan, le puso la mano en el hombro y le dijo: «Es que usted no quiere tratar conmigo, por aquello de si soy ó no soy agarrado. ¡Me parece á que un doce! ¿Cuándo las habrá visto usted más gordas! Me parece muy razonable el interés; pero, lo repito, ya no me hace falta.

El capitán, por el tubo acústico que descendía á las máquinas, gritó órdenes enérgicas para que desarrollasen toda la velocidad. Mientras tanto, el piloto, agarrado á la rueda, dispuesto á morir sin soltarla, dirigía el buque en zigzags para no ofrecer una puntería fija al submarino. Todos los tripulantes contemplaban desde las bordas el bastón lejano é insignificante del periscopio.

Juan, enardecido por tales muestras de consideración, daba suelta a su potencia imaginativa, describiendo cómo se había él arrojado sobre el toro al ver cogido a su pobre compañero; cómo había agarrado al bicho de la cola, y demás hazañas portentosas, a pesar de las cuales el otro había salido del mundo. La medrosa impresión se desvaneció. ¡Torero, nada más que torero!

La ha agarrado de la mano, al padre se la llevó: toma allá, padre, tu hija, que me ha jugado traición. Que con el aretín, que con el aretón. Llévatela , mi yerno, que la iglesia te la dio; la ha agarrado de la mano, al campo se la llevó. Que con el aretín, que con el aretón. Le tiró tres puñaladas y allí muerta la dejó, la dama murió a la una, y el galán murió a las dos.

A la chica, que de suyo era tornadiza, la había agarrado el diablo por la, milicia y... ¡échele usted un galgo a su honestidad! Con razón decía uno: Algo tendrá, el matrimonio, cuando necesita bendición de cura.

Le había agarrado el brazo con una mano trémula, mientras la otra avanzaba sobre el pecho del dolmán, pretendiendo deshacer sus cordones de oro. El soldado se echó atrás, balbuceando. ¡Oh, princesa!... Lo que pretendía era imposible. Las otras heridas no podían mostrarse á una dama... Sintió en su única cicatriz visible el contacto de unos labios.

Con la muerte de esta pobre bestia creía Teresa que iba á quedar abierta una brecha en la familia por donde se irían otros. ¡Señor, que la engañasen sus presentimientos de madre dolorosa; que fuese sólo este sufrido animal el que se iba; que no se llevase sobre sus lomos al pobre chiquitín camino del cielo, como en otros tiempos le llevaba por las sendas de la huerta agarrado á sus crines, á paso lento, para no derribarlo!

Palabra del Dia

bagani

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