Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de mayo de 2025
No, señor repuso el español asomándose son de la aduana. Pero ¿cuál fue su admiración cuando, sacando la cabeza del empolvado carruaje, echó la vista sobre un corpulento religioso, que era el que toda aquella bulla metía?
Su cara veíase surcada profundamente de grandes y rectas arrugas a través de su frente; era la fisonomía de un hombre que durante años había estado expuesto a los rigores e inclemencias del viento y del tiempo de diferentes climas. Después de saludarnos, se rió alegremente cuando le explicamos nuestra admiración por las casas viejas.
En el libro inmortal de nuestra historia Busco un nombre que guarda mi memoria Y tu filial amor, Y al encontrar la página enlutada La veo al mismo tiempo señalada Por una fresca y perfumada flor. Si faltase una hoja á tu corona Y colocarla fuese dado á mí, Sea ese lauro que á tus sienes falta La admiracion que te consagro á tí.
Nuestra admiración se aumenta sobremanera cuando reflexionamos que su autor ocupaba una posición importante en el estado eclesiástico.
En las misas cantadas que se dicen en la iglesia de Concepcion, celebradas todavía con todo el aparato que empleaban los Jesuitas, la música instrumental es de tal naturaleza, que sorprende realmente, cautivando el gusto á par que la admiracion.
En fin, señor, la vegetación, esa incomparable arquitectura de Dios, se ha encargado de embellecer esa casa de oración, en la que el alma debe encontrar por todas partes motivos de agradecimiento y de admiración hacia el Creador.
Con decirte que él, por sí solo, desmiente y hace olvidar la mala fama que en todos tiempos han tenido los señores de pluma y sello... Muñoz y Nones ofrece a la admiración de la humanidad el siguiente fenómeno: es un hombre que ha hecho una fortuna con su honradez, fortuna no muy grande, se entiende, como corresponde a la materia de que está hecha.
»Pero, ¡ay! aquel silencio motivábalo únicamente la admiración, demostrada bien pronto por los elogios de que todos aquellos hombres hicieron objeto al doctor Avrigny, a quien consideraban como honra y paz de la Francia médica.
Una vez al aire libre, los oyentes expresaron su admiración de diversas maneras: la calle y la plaza del mercado resonaron de extremo á extremo con las alabanzas prodigadas al ministro, y los circunstantes no hallaban reposo hasta haber referido cada cual á su vecino lo que pensaba recordar ó saber mejor que él.
Embebido en mis pensamientos me sorprendí varias veces a mí mismo riendo como un pobre de mis propias ideas y moviendo maquinalmente los labios; algún tropezón me recordaba de cuando en cuando que para andar por el empedrado de Madrid no es la mejor circunstancia la de ser poeta ni filósofo; más de una sonrisa maligna, más de un gesto de admiración de los que a mi lado pasaban, me hacía reflexionar que los soliloquios no se deben hacer en público; y no pocos encontrones que, al volver las esquinas, di con quien tan distraída y rápidamente como yo las doblaba, me hicieron conocer que los distraídos no entran en el número de los cuerpos elásticos, y mucho menos de los seres gloriosos e impasibles.
Palabra del Dia
Otros Mirando