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Actualizado: 30 de junio de 2025


Solía ir también por allá D. Gerardo Piquero, que había sido administrador de la Aduana de Puerto Rico y estaba jubilado. Se murió hace dos años el pobre. Iba á las nueve; yo nunca llegaba hasta después de las nueve y media. En cambio, á las diez y media en punto levantaba tiendas, mientras yo acostumbraba á quedarme hasta las once ó algo más.

La ceremonia fue muy triste: el padre Ambrosio nos dio la bendición, mi administrador general y mi mayordomo fueron nuestros testigos. Nadie más asistió. Después de esto, Amparo quedó sola conmigo. Yo estaba sobrecogido. No sabía hasta qué punto era grave el paso que acababa de dar. Y la gravedad de este paso no me asustaba por ; me asustaba por ella.

Pues aunque los duques vivan en el principal y alquilen el segundo y sea interior, lo menos... ¡qué yo cuánto! ¿Se habrá casado con el administrador y les darán casa? No, porque no estaría él en AméricaDon Juan empezó a creer que la situación se complicaba.

Mientras don Juan, sin hacer caso del importuno, iba haciendo pilas de pesos en correcta formación hasta el punto de recordar al pobre dilettante de todas las artes las ruinas de un templo griego, Reyes pensaba: Esas columnas argentinas debía formarlas yo: ¡yo debía ser el administrador de los bienes de mi mujer!

Las más modestas pasaban de treinta mil francos anuales. El tipo medio era de doble cantidad. Alteza, habrá que hacer una revisión decía el administrador. Miguel examinaba la lista de nombres, vacilando ante algunos. No podía recordar bien las personas que los llevaban. Luego sonreía, paladeando ciertas visiones despertadas en su memoria.

Don Germán, que advirtió en seguida estas cualidades, le protegió con toda decisión; le nombró su administrador y su agente, y logró que Escudero hiciese lo mismo.

Para formase una idea de los males que acarreó a estos pueblos la supresión de la Compañía de Jesús, basta echar la vista al siguiente estado comparativo de su situación en 1768, cuando salieron de las manos de sus doctrineros, y en 1772, cuando pasaron a las de don Juan Ángel de Lascano, su administrador general.

Vamos, vamos, Gilberto interrumpió Reginaldo. No hay necesidad de promover una disputa. No, por cierto declaró con aire imperioso el señor Ricardo Dawson. La pregunta es bien sencilla, y como futuro administrador de la fortuna de la joven, tengo perfecto derecho de hacerla. Entiendo añadió, que se ha convertido en una niña muy atrayente y amable.

En efecto, «Amado Francisco Delaberge, oficial de la Legión de Honor», como dice el anuario, es inspector general de montes. Salido de la escuela de Nancy a los veintidós años, ha ascendido rápida y merecidamente. No sólo posee vastísimos conocimientos en materia de selvicultura, sino que se mostró siempre como un notable administrador.

Era muy posible que allá, en las profundidades de sus pensamientos, viviera una vida más real que no en medio de la atmósfera que le rodeaba en la poco adecuada oficina de un Administrador de Aduana.

Palabra del Dia

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