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Actualizado: 30 de junio de 2025
Podría apellidársele, con toda exactitud, el hijo legítimo del sistema aduanero, nacido y criado en el regazo de esta noble institución, como que su padre, coronel de la guerra de la Independencia, y en otro tiempo Administrador de Aduana, había creado para él un destino en una época que pocos de los hombres que hoy viven pueden recordar.
Era generoso, y una vez casi lloró porque lo mandaron al Once de Septiembre y no le dieron dos pesos de los viejos para el tramway; era suertudo en lides de amor, y la mujer se le escapó con un sepulturero de la Recoleta, que se iba como administrador del Cementerio de Navarro ; era sobrio y por lo general lo arrestaban por ebrio; y era valiente, y hubo que darlo de baja porque desertó una consigna, perseguido por unos vendedores de diarios, que le quitaron el machete y el kepí.
Rosalía, que sabía de lógica más que la marquesa, díjole que por qué no escribía a su administrador de Almendralejo para que le anticipase la renta del trimestre, aunque fuera con descuento.
¿Y estos palitroques? pregunto, señalando unas varas que veo sobre un baúl. Para el golf. En Mar del Plata hay que ir todos los días al golf. Me han hecho cuatro trajes para este deporte. ¿Irás también al Club? No; sólo pienso ir al «Ocean»... Y, claro, al Brístol. Ya mi administrador ha escrito a don Pedro Mugaburu para que me reserve un departamento en el anexo, frente al mar.
Mi señora quería hacer obra, obra grande; tirar tabiques, reformar muchas cosas, tapizar luego habitaciones... un trajín de todos los diablos; y, por otra parte, no quería renunciar al viaje, cuestión de salud. Tenemos un administrador viejecito, un buen señor, pero con tantos años sobre sí, que no sirve para nada. En una palabra, hacía falta que se quedara alguien con él.
Un administrador de Hacienda sabe perfectamente cuánto debe ingresar un pueblo por concepto de tributo, lo mismo que el párroco conoce al centimaje la cantidad que á su iglesia corresponde por concepto de santorum; en cambio, los cálculos en las oficinas de fondos locales jamás podrán ser ni aun aproximados en la cuestión de fallas mientras dure el actual sistema.
Cuando hay una vacante de administrador de Correos en algún pueblito de la frontera o de Jujuy, de esos que ganan diez pesos, ¿sabés?..., la guarda, y empieza a hacer entrar a los penitentes. ¡Claro!... ¡Y los pobres no agarran!
El padre cura receló, aunque tarde, que había educado a sus pupilas mal de puro bien, y que, de resultas de su esmerada educación, iban a quedarse para vestir imágenes. Por fortuna no sucedió así. El Administrador de Rentas, don Braulio, trató a doña Beatriz, y la halló tan bonita y discreta que se enamoró de ella.
Una pequeña contrariedad se dibujó en el rostro de mi amigo, al informarle el administrador que la mayor parte de las estancias de la casa estaban en vías de reparaciones y de ser pintadas, por lo tanto, sólo había disponibles para dormir en ellas, dos habitaciones, una pequeña, y otra, al contrario, amplísima.
Mientras tanto... ¡a vivir! Y vivió todavía algunos años, unas veces en Madrid, otras en las grandes ciudades del extranjero, hasta que al fin el administrador cerró este período de alegres prodigalidades enviando su dimisión, sus cuentas, y con ellas la negativa a seguir remitiendo dinero.
Palabra del Dia
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