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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Luego volvió a acostarse, apagó la luz y se colocó cómodamente para meditar quizá sobre el contenido del mencionado documento, y para dormir al fin. A la mañana siguiente Inesita y don Braulio, mientras que doña Beatriz, menos madrugadora que ellos, estaba aún en cama, tuvieron una larga conversación acerca sin duda de la carta de Paco Ramírez.

Un día sintió temblar sus piernas y que los ojos se le nublaban de emoción al oír cómo contestaba el perrero, a una de sus reprimendas por haber vuelto tarde a la catedral, obligándole a abrir la puerta cuando ya iba a acostarse. El Tato le hizo saber con expresión insolente que se había comprado una navaja y deseaba estrenarla en las tripas de cualquier cura explotador de los pobres.

Señor Roque, del baile.... Y al acostarse, al dejar en una percha una prenda de abrigo interior, de franela, murmuró a media voz don Álvaro, como hablando con el lecho, a cuyo embozo echaba mano: ¡Lástima que la campaña me coja un poco viejo!...

Empezaban á retirarse los parroquianos más trasnochadores del boliche, cuando llegó Robledo ante la casa ocupada por Elena. Subió con pasos quedos la escalinata, llamando discretamente á la puerta después de unos instantes de vacilación. La puerta se abrió al poco rato, asomando á ella Sebastiana, sorprendida por este llamamiento cuando iba á acostarse.

Pues si no ha de estar en Madrid más que unos cuantos días, y no tiene horas extraordinarias de acostarse y levantarse, no hay inconveniente en que V. le ponga una cama en el gabinete.... Pero cuidado... ¡sin ejemplar!... Descuide V., señorito, no volveré a molestarle con estas embajadas: Lo hago únicamente porque D. Ramón no vaya a parar a otra casa.

Al acercarse á su choza pudieron verla al través de la puerta entreabierta. Estaba lavando la pobre escudilla en que había cenado y disponiéndose para acostarse en el mísero camastro que ocupaba la mitad de su vivienda. Felicia la llamó. ¿Quién va?-preguntó ella sin mostrar susto alguno y dirigiéndose á la puerta. ¡Ah, eres , Felicia!... ¡y también, Nolo!... ¿Qué viento os trae por aquí?

»A media tarde, cuando ya el sol no daba en el jardín la ordenó acostarse, sin escuchar sus súplicas. El mismo la transportó al lecho, comprobando gozoso que ella soportaba mejor que la primera vez ese transporte. No hubo necesidad de hacerla respirar esencias, lo cual era buena prueba de que el aire y el sol habían contribuido a devolver cierto vigor a su cuerpo.

La otra se mostró conforme con esta esplendidez, por no chocar, y se puso a hacer la cena. Taciturna estuvo hasta la hora de acostarse, y Doña Francisca se incomodó con ella porque no la entretenía, como otras veces, con festivas conversaciones.

La joven bajó la cabeza, se levantó lentamente y, apoyada en el brazo de una señora que parecía de su intimidad, siguió el cortejo y asistió con valor a toda la ceremonia, hasta la inhumación en el panteón de familia. No la volví a ver. Me dijeron que estaba enferma y que había tenido que acostarse.

Ramón pasó algunos años en Valencia, sin que pudiera saltar más allá de los prolegómenos del Derecho, por la maldita razón de que las clases eran por la mañana y él tenía que acostarse al amanecer, hora en que se apagan los reverberos que enfocaban su luz sobre la mesa verde.

Palabra del Dia

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