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Actualizado: 28 de junio de 2025


Todo el haber de una familia consiste, por lo demás, en una casa, en algunos utensilios de cocina, en instrumentos de caza, como el arco y las flechas, en dos ó tres túnicas, en otras tantas dapis, y en algunas mantas, con que se cubren al acostarse sobre el suelo desnudo.

Una lágrima asomó a sus ojos, que eran garzos, y corrió hasta mojar la sábana. Se acordó de que no había conocido a su madre. Tal vez de esta desgracia nacían sus mayores pecados. «Ni madre ni hijos». Esta costumbre de acariciar la sábana con la mejilla la había conservado desde la niñez. Una mujer seca, delgada, fría, ceremoniosa, la obligaba a acostarse todas las noches antes de tener sueño.

En aquel momento entró doña Rosalía en el estanquillo. ¡Pobrecita! exclamó Miguel. Debe V. acostarse un poco a ver si se le pasa..... ¿Qué; te duele la cabeza? preguntó la tía. La canción de siempre..... Anda ve a recostarte hasta la hora de comer: ya te llevaré el agua sedativa. Maximina subió a su cuarto y doña Rosalía quedó disertando con Miguel, que apenas la escuchaba.

Aquello de acostarse, siquiera fuese por pocas horas, le parecía algo como una abdicación. «Era el papel de esposo, llegado el trance del alumbramiento, demasiado pasivo, desairado». Bonis tenía comezón de hacer algo, de intervenir directa y eficazmente en aquel negocio, que era para él de tan grave importancia.

Por más esfuerzos que todos, hasta el mismo Gonzalo, hacían por mostrarse despreocupados, cerníase sobre la mesa una nube negra que obscurecía los semblantes. Después que tomaron el café y descansaron un rato, Gonzalo dijo:. Tío, usted ha salido de la cama para venir aquí. No debe usted sentirse bien... ¿Quiere que se le arregle un cuarto? Creo que le convendría acostarse.

Reprendióse a mismo por haber pensado siquiera en marcharse. Si la señorita necesitaba un amigo, un defensor, ¿en quién lo encontraría más que en él? Y lo necesitaría de fijo. La misma noche, antes de acostarse, presenció el capellán una escena extraña, que le sepultó en mayores confusiones.

TERPSY. Yo, hija mía, le digo a usted la verdad... Usted no sabe sentarse ni levantarse; usted no sabe acostarse... ¡Usted no sabe andar...! ¡Usted no sabe inclinarse...! Procure usted designar un objeto; este jarrón... Y diga: «¡He aquí un jarrón...!»

Esa misma noche, al encender el candil que llevaba consigo, y al ir a acostarse sobre un montón de hojarasca, hacia el fondo de la gruta, hallose con el cuerpo momificado de un viejo anacoreta, que apretaba todavía entre sus manos resecas las cuentas del rosario.

Maltrana predicaba sobriedad y buenas costumbres en un grupo de jóvenes. Después de las locuras de la noche anterior, había que acostarse temprano: así que terminase la fiesta. No debían abusar del pobre cuerpo. Sonaron varios trompetazos anunciando el baile, y poco después la orquesta rompió a tocar un vals en el comedor, todavía desierto.

La nave, que estaba muy inclinada por estribor, se enderezó un tanto; pero en seguida volvió a acostarse. Oyóse en esto un ruido sordo en la estiba. ¿Qué es eso? preguntó el Capitán, admirado e inquieto . ¿Habéis oído? dijo Cornelio, poniendo atención . He oído un ruido extraño. ¿Habrá alguien en la estiba? ¿Tal vez algunos salvajes escondidos? No es posible.

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