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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Y los Señores, habiendo salido al balcon de estas casas capitulares, y oido que el pueblo ratificó por aclamacion el contenido de dicho pedimento ó representacion, despues de haberse leido por mi en altas é inteligibles voces, acordaron: que debian mandar y mandaban, se erigiese una nueva Junta de Gobierno, compuesta de los Señores expresados en la representacion de que se ha hecho referencia, y en los mismos términos que de ella aparece, mientras se erige la Junta general del vireinato.

Tal fue también la opinión del pueblo, pues al adelantarme aislado por las callejas sombrías y apenas decoradas de la Ciudad Vieja, se oyó primero un murmullo, después una aclamación, y una viejecilla asomada al balcón de una casucha, repitió en alta voz el dicho tradicional y popularísimo: «¡Es rojo, luego es bueno

Los padrinos, con los brazos inactivos, pero con los pulmones cruelmente dilatados por la angustia, se cansaban más aún que el barrenador. Los dos esperaban con las barras levantadas por encima de la cabeza. Dieron la señal los directores de la apuesta y en la plaza estalló una aclamación semejante á la que acoge la partida de los caballos en una carrera. Después se hizo el silencio.

El rey D. Luis I, aclamado en Córdoba á 20 de febrero con las solemnidades acostumbradas, murió el 31 de agosto. Su padre D. Felipe volvió á reinar sin preceder segunda aclamacion.

Por fin el instinto de conservación les hizo retroceder y salieron de una callejuela para entrar en otra, repitiendo la misma ceremonia. De pronto cesó de llover. Una aclamación inmensa, un grito de alegría y triunfo sacudió a la muchedumbre. ¡Vítol el pare San Bernat!... ¿Y aún dudaban de su inmenso poder los vecinos de los pueblos inmediatos?... Allí estaba la prueba.

Y cuando calló la música y cesaron las ondulaciones, quedando inmóvil el «paso», resonó una aclamación atronadora, impía y obscena, proferida con la ingenuidad del entusiasmo. Daban vivas a la Santísima Macarena, la santa, la única, la que se hacía esto y aquello con todas las Vírgenes conocidas y por conocer.

Deseaba conocer los bastidores de la gloria, el foso de la celebridad, la vida errante y miserable del torero antes de llegar a la aclamación pública; y Gallardo, con súbita confianza, hablaba y hablaba, relatando sus primeros tiempos, deteniéndose con soberbia delectación en la humildad de su origen, aunque omitiendo lo que consideraba vergonzoso en su adolescencia aventurera.

Brindóse la dama a regalar a todos la insignia de la nueva orden y envióle a cada uno una preciosa corbata azul de rica seda japonesa, sujeta por un alfiler formado por una gruesa perla, procedentes todas de un magnífico collar que había pertenecido a su madre. El tío Frasquito fue nombrado por aclamación gran maestre de los ilustres caballeros, que tomaron el dictado de Mosqueteros de Currita.

Ansiaba la gloria de los aplausos, la aclamación de las muchedumbres, con el anhelo de un principiante; como si la reciente cogida hubiese desdoblado su existencia; como si el Gallardo de antes fuese otro, y él tuviera que comenzar de nuevo su carrera. Para fortalecerse, decidió pasar el resto del invierno con su familia en La Rinconada.

Cuando llegaron á la plaza del mercado, su presencia fué saludada con una aclamación general; que si bien podía atribuirse al sentimiento de lealtad que en aquella época experimentaba el pueblo hacia sus gobernantes, era también la explosión irresistible del entusiasmo que en el alma de los oyentes había despertado la elevada elocuencia que aun vibraba en sus oídos.

Palabra del Dia

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