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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Con su gracia, con su natural encantadoramente expansivo, alegraría los años que me falta vivir; no tiene ni la frivolidad, ni la empalagosa coquetería de las señoras que trato en París; sería una mujer de su casa, activa y alegre, una esposa que me haría honor y que, no habiendo tenido antes hijos, amaría a los que pudiesen nacer de nuestro matrimonio... Sí, pero, suponiendo que aceptase unir su existencia a la mía, ¿no sería demasiado joven para mis cincuenta años?...»
Aprovechando el permiso, describió el doncel lo que por modestia callaba el barón, la gloria alcanzada por éste en combates y justas; aseguró á la castellana de Morel que la salud del barón era inmejorable, que todavía quedaban en la escarcela confiada á su guarda muy buenos ducados y durarían hasta llegar él con su señor á Montaubán, y por último rogaba á la baronesa que aceptase sus respetos y se sirviese presentárselos muy rendidos á su hija la sin par Constanza.
En vano había intentado animarla, recomendándole que aceptase con serenidad la ausencia de su hombre para no hacer daño al otro ser que llevaba en sus entrañas. Porque esa infeliz va á ser madre. Oculta su estado con cierto pudor, pero yo la he sorprendido desde mi ventana arreglando ropitas de niño. La mujer le había escuchado como si no le entendiese.
A la hora de ánimas, Miguel y Tiburcio cenaron juntos en su posada, y ya solos y de sobremesa, con la regocijada confianza que el haber comido y bebido bien inspiran, Tiburcio expuso a Morsamor lo sustancial de su plan, venció su repugnancia y logró que le aceptase para desechar melancolías y para consolarse de los desdenes y sobreponerse a la altivez de la noble amiga de la Reina.
Al cabo de algún tiempo supimos por fin que el nuevo gobierno había reconocido a D. León el grado de alférez y que pasaba a servir al cuerpo de Carabineros. Crean ustedes que padecí un terrible desengaño, y hasta escribí a mi profesor suplicándole que no aceptase; pero mis ruegos fueron desoídos. D. León ganaba once duros más al mes... y tenía cinco hijos. EL SUE
Tal vez aceptase lo de dirigir la novillada. Ya se decidiría más adelante: quedaba mucho tiempo hasta el invierno. Una tarde, al anochecer, el espada, entrando en la calle de Alcalá por la Puerta del Sol, dio un paso atrás a impulsos de la sorpresa. Una señora rubia bajaba de un carruaje a la puerta del Hotel de París... ¡Doña Sol!
Con algún trabajo hicimos que al fin las aceptase. Levantando entonces la cabeza que tenía doblada sobre el pecho, nos preguntó. ¿A quién debo dar las gracias?... Nuestros nombres no importan nada: somos dos amigos de la literatura: quede V. con Dios. Y nos alejamos apresuradamente mientras él repetía esforzando la voz. Gracias, caballeros... yo quisiera saber... A los pocos pasos volví la cara.
Lorenza es encantadora, pero si aceptase su proposición, no me perdonaría el haberla hecho dejar á Maugirón y éste me guardaría rencor por habérsela quitado. No arriesgaré, pues, esta doble pérdida. Si me habéis visto un momento pensativo es que reflexionaba sobre lo que acaba de decir nuestro amigo y que bajo los excesos de elocuencia á que se ha entregado creo que hay un fondo de verdad...
Al hacer su ofrecimiento á Sebastiana en el corral de la casa, había obedecido á los impulsos de una caballerosidad á su manera. Deseaba aparecer ante la marquesa como un individuo distinto á los demás habitantes del pueblo y había ofrecido su protección sin esperanza de que ella la aceptase... Y unas horas después le buscaba. ¿Qué desearía pedirle?...
En una de sus entrevistas con Ríos, Miguel, cansado al fin por tanta dilación, le rogó que aceptase cuantas condiciones quisieran poner los contrarios. En virtud de esto, quedó convenido que el duelo se efectuase a sable con punta. Hora, las siete de la mañana; sitio, la quinta de Vistalegre, en Carabanchel.
Palabra del Dia
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