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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Durante algunos minutos vacilé; dudé si debía desentrañar el misterio que guardaba aquel cofrecillo, o si prefería la duda a la verdad. Tres veces extendí mi mano hacia el cofrecillo, y tres veces la retiré. Pero por terrible que sea la verdad es preferible a la duda. Me apoderé al fin del cofrecillo, le puse sobre la mesa y le abrí. Al abrirle mi corazón no latía.
Dª Josefa envió, de noche ya, las maletas por su sobrino a cierta venta no lejana de Peñascosa. Gran rato antes de percibirse la claridad de la aurora, llamó Obdulia discretamente a la puerta de la casa de su confesor. Salió Dª Josefa a abrirle. El P. Gil estaba ya listo.
Diego de Abreu se opone al general, y el autor recibe carta de Alemania. No contento Abreu con esta maldad, tumultuó la provincia, ciudad y presidio de la Asumpcion, y trataba de enviar gente contra nosotros que ibamos acercándonos con nuestro general. Pero Abreu no quiso abrirle las puertas, ni entregarle la ciudad, ni reconocerle por superior.
Fué varias veces á Valencia á la casa del amo para hablarle de sus antepasados, de los derechos morales que tenía sobre aquellas tierras, á pedirle un poco de paciencia, afirmando con loca esperanza que él pagaría, y al fin el avaro acabó por no abrirle su puerta. La desesperación regeneró á Barret.
Hágame usted el obsequio de abrirle la dijo , porque yo no tengo más que una mano desocupada... Esta es la tapa de arriba... Así... Yo le diré en qué hojas están esos dibujos. Es que pienso verlos todos le advirtió Nieves abriendo el álbum como Leto quería.
No señora. No tengo valor para tanto. Además, tiemblo al pensar lo que ocurriría en esta casa si yo hablase. ¿Qué pensaría mi pobre Andresito? ¿Qué diría don Eugenio, que es la honradez personificada? Y la verdad es que debía hablar a mi marido para abrirle los ojos, pues aunque resulte un malvado en casa, es un tonto fuera de ella. Esa mujer le engaña y se burla de él.
Lleno de despecho tomó su sombrero y bajó con las tres ilustres ruinas, que se llevaron una de las llaves de la casa, dejando á Clara la consigna de no salir del cuarto. Elías, que quedaba también en la casa, tenía la otra llave. No hacía cinco minutos que las Porreñas navegaban hacia la calle de San Mateo, cuando llegó el abate Carrascosa muy presuroso y tocó á la puerta. Elías bajó á abrirle.
Perucho ya no se ocultaba, antes se le encontraba por todas partes enredado en los pies, y, en suma, las cosas iban tornando al ser y estado que tuvieron antes. Trataba el bueno del capellán de comulgarse a sí propio con ruedas de molino, diciéndose que aquello no significaba nada; pero la maldita casualidad se empeñó en abrirle los ojos cuando no quisiera.
En éstas y otras meditaciones por el estilo transcurrieron las horas hasta que dieron las tres, y D. Pedro, que acababa de volver del campo, entró en el cuarto de su hijo para llamarle a comer. La alegre cordialidad del padre, sus chistes, sus muestras de afecto, no pudieron sacar a D. Luis de la melancolía ni abrirle el apetito. Apenas comió, apenas habló en la mesa.
Toda mi sangre se subleva y hierve al pensarlo. El interrogar a unos y a otros es una investigación repugnante y odiosa, para la que, hasta ahora, me había faltado valor. Ayer, sin embargo, Lacante, alarmado por esta tristeza que altera mi salud, me ha obligado cariñosamente a abrirle mi corazón y ha tratado de tranquilizarme.
Palabra del Dia
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