Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 17 de mayo de 2025


Más tarde, guiaban sus pasos en los senderos difíciles de la vida, y cuando ésta llegaba a un período supremo, ellos sostenían al débil viajero en las avenidas de la tumba y le abrían la eternidad. Que no se diga que el desgraciado es un anillo roto en la cadena de los seres. El pobre expirante sobre la paja, estaba al menos acompañado de sus exhortaciones y de sus consuelos.

Siguió una mañana Viváis-mil-años a la viuda, y vio que la llevaban a la catedral, y que ella se iba, seguida de los criados, a la capilla de San Fernando; y que allí los pajes extendían sobre el blanco mármol la alfombra, abrían la silla de tijera, y ponían delante de ella el cojín de terciopelo con rapacejos de oro para que la bella indiana se arrodillase.

Se le veía agitar los miembros junto al casco de la nave, como unas tijeras blancas que se abrían y cerraban acompasadamente; hasta que, volviendo a la superficie con la moneda en la boca y echándose atrás el mechón húmedo que caía sobre su frente, ganaba la canoa con una agilidad de mono y volvía a temblar de frío, implorando a todo pulmón la generosidad del «caballero».

Se durmió inmediatamente; pero apenas la noche hubo caído sobre sus ojos, volvieron éstos á abrirse, ó á lo menos él creyó que se abrían, viéndolo todo bajo una luz que no era la del sol. Alguien había entrado en el cuarto y avanzaba de puntillas hasta su lecho.

Y cuando se abrían las navajas y se enarbolaban taburetes, en noche de domingo, Copa, sin hablar palabra ni perder la calma, surgía entre los combatientes, agarraba del brazo á los más bravos, los llevaba en vilo hasta la carretera, y atrancando la puerta por dentro, empezaba á contar tranquilamente el dinero del cajón antes de acostarse, mientras afuera sonaban los golpes y los lamentos de la riña reanudada.

En los vecinos naranjales se abrían los últimos azahares. ¡Hermosa noche! ¡Qué dulcemente que susurraban los vientos! Pero, ¡ay, qué solitaria y triste me pareció la sala!... Estaba fría como una tumba, desolada como una alcoba de la cual han sacado un cadáver.

Las canas esparcidas en sus sienes que aún parecían más numerosas al contrastar con el negro azulado de su cabeza , unas cuantas arrugas precoces en las comisuras de sus ojos y dos surcos profundos que se abrían desde las alillas de su nariz, demasiado ancha, hasta tocar los extremos de su boca, parecían denunciar el primer cansancio de un organismo poderoso que ha vivido con demasiada intensidad, por considerar sus fuerzas sin límites.

Tuve una inspiración. Comprendí que delante de nuestros pasos se abrían dos sendas: la del presidio, la de la gloria. Cargué en mis hombros a mi pobre hermanito, lo mismo que hoy cargo a la Nela, y dije: «Padre nuestro que estás en los cielos, sálvanos»... Ello es que nos salvamos. Yo aprendí a leer y enseñé a leer a mi hermano.

Les largaba dicharachos de los nuestros, con algún que otro pellizco para apreciar la dureza de sus blusas. ¡Cuestión de pasar el rato! Y ellas abrían los ojos y se sonrojaban diciendo: «Ia... Ia...». Le he de llevar a usted mañana, cuando no nos vean. Yo le presentaré: no tenga usted miedo. ¡Si soy lo más amigo!...

Dos mocetones, armados de escopetas, abrían la marcha haciendo fuego, y un ciego gaitero acompañaba con su ronco instrumento al señor cura en sus cánticos, á los que contestaba todo el pueblo, de vez en cuando con un fervoroso «ora pro nobis».

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando