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Actualizado: 21 de junio de 2025
Me veo obligada á casarme con vuestro amigo por salvar á su majestad de unas apariencias que podían perderla; cierto es que vuestro amigo me ha interesado el corazón, no os lo niego, pero le conozco poco; el paso que voy á dar es decisivo; ¿le conocéis vos, don Francisco? ¿estáis seguro de que su galanteo con esa comedianta pasará en el momento en que le abra mi corazón? ¡decidme, por Dios, cuánto pierdo ó cuánto gano en mi sacrificio!
Al cual mandó don Fernando que callase y no interrumpiese la plática de don Quijote en ninguna manera; y don Quijote prosiguió diciendo: -Digo, en fin, alta y desheredada señora, que si por la causa que he dicho vuestro padre ha hecho este metamorfóseos en vuestra persona, que no le deis crédito alguno, porque no hay ningún peligro en la tierra por quien no se abra camino mi espada, con la cual, poniendo la cabeza de vuestro enemigo en tierra, os pondré a vos la corona de la vuestra en la cabeza en breves días.
Los tinguianes es otra raza que se extiende por las montañas del Este de Ilocos hasta la provincia de Abra: son mucho más civilizados que los igorrotes, y casi no merecen la denominación de salvajes.
¡Jiu!...¡ Jiú!... repetía Hipólito sin sacar el látigo de la latigera y el break continuaba su marcha, por entre aquel gran silencio interrumpido sólo por el vibrante arpegio de algún pájaro o el sonar del cascabel cada vez que escarceaba, el cadenero. Quieto, Baldomero dijo Melchor, deje que la abra este pueblero: a ver, Ricardo, una gauchada.
Y aún será mayor el asombro de éste cuando su sabio guía toque ciertos resortes, abra ventanillas en el vientre y en el pecho a las figuras mencionadas y hasta les levante con suavidad y sin el menor daño la tapa de los sesos. El ateniense exclamará entonces, como el personaje de una aplaudida zarzuela: Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad.
Conócese que tratáis con el duque de Lerma. Porque me pesa de haberle tratado y porque quiero olvidarme de ello, de este año y medio que he pasado en el mundo, os he preguntado si sois secretario del duque de Osuna. Confiésome torpe; no os entiendo. Llevadme con vos á Nápoles; recomendádme al duque y que su excelencia me abra las puertas de un convento. ¿Magdalena os tenemos?
Para contraer esa temerosa unión, que sólo la muerte rompe, quiero hallar mujer en quien confíe y a quien ame, y cuyo espíritu se abra al mío y me muestre que puede estar en duradera, firme, santa e íntima comunión con él. Deje usted que halle esa mujer y al punto me verá casado.
Dos años después pasaba por allí Facundo, y manda que se abra el asilo y la superiora traiga a su presencia a las reclusas. Una hubo que dió un grito al verlo y cayó exánime. ¿No es éste un lindo romance? ¡Era la Severa! Pero vamos a Atiles, donde se está preparando un ejército para ir a recobrar la reputación perdida en la Tablada, porque no se trata sino de reputación de gaucho cargador.
Mejor será quemarlas dijo otro, arrojando al brasero unos papeles, que se consumieron muy pronto. Todos bajaron por una escalera interior, dirigiéndose á la huerta, excepto Bozmediano y los otros dos, que, bajando por la escalera principal, llegaron á la puerta. Claudio gritó: ¿Quién va? Abra usted dijo Lázaro. ¿Quién es? ¿Qué busca usted? Busco á don Claudio Bozmediano.
Quiero dormir; pero no se duerme sin olvidar, y yo no puedo echar de mi cabeza tanta y tanta cosa. ¡Si se lograra dormir cerrando mucho los ojos; si se pudiera olvidar apretándose las sienes!... Me volveré de este otro lado. ¿Para qué, si al instante me he de cansar también? Más vale que abra los ojos, que me distraiga rezando o contándome cuentos. ¡Jesús, qué negro está mi cuarto!
Palabra del Dia
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