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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Conocía aquello: no era más que un trastorno moral que se reflejaba en el organismo. Calma y dulzura era lo que necesitaba. ¡Un trastorno moral! Eso es dijo la señora con voz áspera. Siempre que hablases con tanta verdad. Pepe vivía demasiado... agitado. Por fortuna, está en buenas manos y curará. La calma y la dulzura ya sabe él cómo se adquieren.
En aquella época no llevaban nombres puestos a la ventura, sino nombres significativos de sus más egregias cualidades, por donde sólo con mentarlas se puede colegir, lo que valían. Entonces no se llamaba Doña Sol una fea, ni Blanca una negra, ni Dolores una regocijada, ni Rosa la que olía mal o era áspera como cardo ajonjero.
No tenían escrúpulo en colocarse de pie sobre ellos y hasta encaramarse sobre los mismos santos, cuando así lo requería la necesidad de quitar el polvo a alguna moldura o poner un cirio en el paraje designado. La madre abadesa desde el coro, con la frente pegada a las rejas, dictaba sus órdenes como un general en jefe, con vececita delgada y áspera.
Arrojó violentamente á sus espaldas el cortinaje, y fué avanzando por la biblioteca como una invasión arrolladora. Sus ojos parecieron desafiar á Robledo. ¿Qué es lo que me cuenta Federico? dijo con voz áspera . ¿Quiere usted llevárselo y que deje abandonada á su mujer entre tantos enemigos?...
Fue un choque magnético que hizo arder súbito toda la alegría de su corazón infantil. Los tertulios la llamaron, trataron de retenerla; pero ella, obedeciendo la orden de su madrina, siguió hasta el gabinete. Pocos momentos después se oyó la voz áspera de Quiñones. ¿No está el conde de Onís por ahí? ¿Cómo no entra?
Es hora de almorzar. El gran atractivo de la excursión, el que había arrancado a casi toda aquella gente de sus palacios para trasladarla a región tan áspera y triste, era un proyectado almuerzo en el fondo de la mina. Cuando Clementina lo anunció a los tertulios en uno de sus tresillos, hubo una verdadera explosión de entusiasmo . "¡Qué cosa tan original!... ¡Qué extraño!... ¡Qué hermoso!"
María, en cuya alma tosca y áspera no experimentaba la poesía ni hacia los sentimientos ascéticos de Stein, no tenía ganas de responder; pero como tampoco podía dejar de hacerlo, escribió en la arena con la varita, con que distraía su ocio, la palabra «¡Siempre!»
¿Qué significa eso de tutear a su madre, señor renacuajo? dijo el general . No se dice así; se dice: «Madre, ¿quiere usted hacerme el favor de darme un bizcocho?» El niño se echó a llorar, al oír la voz áspera de su tío. La madre le dio un bizcocho a hurtadillas y sin que el general lo viese. Es tan chico observó la marquesa que todavía no sabe distinguir entre el tú y el usted.
Lleno de vida á la superficie, el mar veríase obstruido si esa increíble potencia de producción no fuese violentamente combatida por la áspera liga de todas las destrucciones. Basta reflexionar que cada arenque lleva en sí cuarenta, cincuenta, hasta setenta mil huevas.
Se dejó caer en una silla y comenzó a sollozar; pero levantándose súbito, prosiguió, dando patadas de rabia en el suelo, agitando frente a la puerta los puños cerrados, con una voz concentrada y áspera que daba miedo: ¡Pillos! ¡Infames! ¡Herejes! ¿Creéis que os ha de salir bien la cuenta?
Palabra del Dia
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