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11 El veneno en la guirnalda y la triaca en la fuente, fiesta que se representó á SS. MM., de D. Melchor Fernández de León. 12 El marqués de Cigarral, de D. Alonso del Castillo Solorzano. Comedias de D. Antonio de Solís. 1 Triunfos de amor y fortuna, con loa y entremeses. 2 Euridice y Orfeo. 3 El amor al uso. 4 El alcázar del secreto. 5 Las amazonas. 6 El Doctor Carlino.

No se han atrevido esos pícaros diaristas a nombrarme, pero harto se conoce a quién va dirigido el dardo. Señora dijo un guacamayo la libertad de la imprenta, según dijo Argüelles en las Cortes, allí donde tiene el veneno tiene también la triaca.

Pero lo singular de todo esto, lo que prueba que el estilo, las creencias y los sentimientos del narrador y la luz del cielo con que tal vez ilumina los casos más crueles y las mayores catástrofes pueden trocar el mal en bien y convertir el veneno en triaca, es que Angelito y Soledad, tan desventurados materialmente, se hacen dignos de envidia y de gloria, y el pobre de D. Antonio, que al principio de la novela casi nos infunde desprecio y es objeto de risa y de burla, acaba por ser amado y venerado de los lectores.

Como resulta del privilegio imperial, pertenece á la época de Carlos V un poema muy raro, cuyo título es el siguiente: Comiença la primera parte desta obra, llamada Triaca del Alma. Compuesta por el magnífico y muy noble caballero Fray Marcelo de Lebrixa, comendador de la puebla: de la orden y caballería de Alcantara: intitulada á los muy ilustres Sres.

Suspendo, por consiguiente, el dar mi aprobación hasta que demuestre en otro artículo que no hay el menor peligro en aprobar las Odas, porque la virtud purificante de la poesía convierte el rejalgar en triaca. En la poesía hay sin duda pasmosa virtud purificante. No quiero yo entenderla con todo, como he oído decir que la entendía Gœthe. Tal modo de entenderla es sobrado egoísta.

Y si se le convierte en ponzoña la triaca, culpa será suya y no del médico, porque la malicia no estará entonces en el que escribe, sino en la propia voluntad del que lee; que, como dijo un poeta antiguo: Del más hermoso clavel, pompa del jardín ameno, el áspid saca veneno, la oficiosa abeja, miel.

Vicios hay tan feamente abominables que basta mirar su horrible cara en sus efectos, para que les aborrezca la inclinación más proclive. Deseo pues hacer del veneno preservativa triaca, y que vivan en la pintura las llamas para que no hayan de avivar incendios otra vez. Este es mi fin: el cielo lo logre como se lo suplico, y lo puede.

Dice que La dicha primera parte, que diximos ser llamada Triaca del anima, fué hecha en loor y solemnidad de la fiesta de nuestra señora de la encarnacion: para que si quisieren la puedan representar por farsa las devotas religiosas en sus monasterios; en la cual farsa no interviene figura de hombre, sino de ángeles y donzellas.

La falta de preparación conveniente puede hacer que un alimento espiritual, ya por exótico, ya por inusitado, ya por harto sustancioso, se nos indigeste en el alma, o bien que siendo veneno le tomemos como triaca.

La charidad traya un cofre abierto con dineros para dar á todos: su retulo y letra dezia, Omnibus sum Omnia semper, etc. Las otras dos piezas tituladas Triaca de amor y Triaca de tristes, tienen menos interés dramático.