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Fue necesario que el mismo don León tomase la palabra y dijese a grandes voces el trozo, acompañándose de furiosos ademanes. Nosotros sentimos el terror de lo patético, cosa que lisonjeó mucho al profesor, y muy singularmente nos conmovimos al observar que la mesa se resquebrajaba con un tremendo puñetazo. Su castidad igualaba, si no excedía, a su energía.

Pero el calor creciente les hizo presto abandonar aquél por la sombra de los corredores. El día avanzaba igual a los precedentes de todo ese mes; seco, límpido, con catorce horas de sol calcinante que parecía mantener en fusión el cielo, y que en un instante resquebrajaba la tierra mojada en costras blanquecinas. Míster Jones fué a la chacra, miró el trabajo del día anterior y retornó al rancho.

Aquel altarito levantado a fuerza de meditaciones y de gimnasias de la razón, se resquebrajaba como si le temblara el suelo. «El cuarto de la izquierda... de modo que... Eso es estar vendida... Una puerta aquí, otra allí...». Lo que te digo, una patita en la trampa; sólo te falta meter la otra.

Caía el astro en el horizonte, y sin embargo, el pobre labriego se imaginó que sus rayos eran verticales y lo incendiaban todo. Su tierra se resquebrajaba, abríase en tortuosas grietas, formando mil bocas que en vano esperaban un sorbo. No aguantaría el trigo su sed hasta el próximo riego.

El cutis, a su vez, se resquebrajaba visiblemente. , prosiguió la voz, es el principio... Concluiré de una vez. A usted, un colega, le debo toda esta historia. Los padres hicieron cuanto es posible para resistir: ¡un morfinómano, o cosa así! Para la fatalidad mía, de ella, de todos, había puesto en mi camino a una supernerviosa. ¡Oh, admirablemente bella! No tenía sino diez y ocho años.

repuso Nébel abriendo los ojos la señora de Arrizabalaga... Ella vió la sorpresa de Nébel, y sonrió con aire de vieja cortesana que trata aún de parecer bien a un muchacho. De ella, cuando Nébel la conoció once años atrás, sólo quedaban los ojos, aunque más hundidos, y apagados ya. El cutis amarillo, con tonos verdosos en las sombras, se resquebrajaba en polvorientos surcos.