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Mientras tanto, Hans y el chino ascendieron por la escala y entraron en la casa, y a poco, en pos de ellos, el piloto, el cual retiró las pértigas para que no pudieran subir los piratas. ¡Ya tenemos casa! exclamó Hans. Una verdadera fortaleza añadió Cornelio . Desafío a los piratas a que nos descubran.

Ya en él, practicaron una segunda investigación, y como no sintieran ruido alguno ni vieran a nadie, subieron por las otras pértigas, llegando hasta la gran plataforma que sostenía la cabaña. Allí tuvieron que detenerse, porque aquel piso era impracticable para ellos.

Iba ya a subir por una de las pértigas, cuando el Capitán le detuvo. Aguarda dijo . Algunos habitantes pueden haber bajado; pero es posible que haya otros arriba, y te matarían con sus flechas envenenadas. Antes quiero asegurarme de que no hay nadie. Y, dicho esto, sacudió violentamente dos de los horcones de bambú.

Aprovechando la confusión producida por aquel tiro, los sitiados echaron con rapidez las pértigas que servían de escalas, y dos a dos se deslizaron por ellas llegando a la primera plataforma envueltos en fuego y en humo. Los piratas, que se habían detenido algunos minutos ante el cadáver de su compañero, volvieron a la carga furiosamente, pero momentos después retrocedieron rápidamente.

Salían en la procesión doce mozos del coro con sendas hachas de cera que pesaban una arroba cada una, con ángeles pintados ó con flores naturales, otros llevaban pértigas de plata ó incensarios.

Todo asalto practicado con escalas extrañas produciría ruidos que alarmarían a los moradores y les harían ponerse en defensa. El Capitán, que había visto ya varias de aquellas casas, dió una vuelta alrededor de los horcones que la sostenían, y encontró dos pértigas que llegaban hasta la primera plataforma, desde la cual advirtió que partían otras dos hasta la casa.

Por la noche, los habitantes de la casa retiran hacia arriba todas las pértigas, quedando perfectamente seguros en su habitación aérea. Encastillados en ella no temen ni a las fieras ni a sus enemigos, pues ni cuadrúpedos ni hombres pueden subir a lo alto, mientras no bajen las escalas.

Bájase y súbese a tales casas por pértigas provistas de muescas o entalladuras de trecho en trecho para apoyar los pies. Llegan esas pértigas hasta una altura de veinte pies, donde hay un a modo de andén o descansillo, del cual parten hasta lo alto otras escalas semejantes, pero más ligeras.

Si es que no nos han descubierto ya dijo el piloto entrando . Me temo que esa canalla sepa más que nosotros. ¿Has visto algo sospechoso? preguntó el Capitán con inquietud. Quizás me engañe, señor Van-Stael; pero mientras retiraba las pértigas me pareció oir un ligero silbido por el lado de la selva. ¿Habrán descubierto nuestras huellas? No lo , Capitán.