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8 tierra de trigo y cebada, y de vides, e higueras, y granados; tierra de olivas, de aceite, y de miel; 10 Y comerás y te saciarás, y bendecirás al SE

34 Y ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 35 Y lo trajeron a Jesus; y habiendo echado sus vestidos sobre el pollino, pusieron a Jesus encima. 36 Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino. 37 Y cuando llegaron ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto,

Por todas partes graciosos cortijos con vastas arboledas que orillan el camino ó deslindan las heredades; corrientes cristalinas y bulliciosas que parecen dejar con alegría las asperezas de la Sierra para ir de salto en salto á llevarle al Guadalquivir sus murmurios y sus perlas líquidas; extensos viñedos sobre las mas desnudas colinas y los cerros; innumerables plantaciones de hortalizas, cereales y semillas; considerables extensiones pobladas de hileras simétricas de olivos; árboles frutales á la vera de la ruta y en los alegres huertos; aquí un molino de olivas, allá unas vacas paciendo en el barbecho, cerca de la casita pintoresca; grupos de labradores sencillos y contentos, trabajando juntos hombres y mujeres, ancianos y niños; en todas partes verdura, aguas saltadoras, flores, un sol vivificante, sombras deliciosas, trabajo, actividad, robustez, vida, alegría y bienestar.

24 Y les dice: Esto es mi sangre del Nuevo Testamento, que por muchos es derramada. 25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el Reino de Dios. 26 Y cuando hubieron cantado el himno, se salieron al Monte de las Olivas.

30 Y he aquí dos ciegos sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros. 32 Y parándose Jesús, los llamó, y dijo: ¿Qué queréis que haga por vosotros? 1 Y como se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de las Olivas, entonces Jesús envió dos discípulos,

19 Daré en el desierto cedros, espinos, arrayanes, y olivas; pondré en la soledad hayas, olmos, y álamos juntamente; 20 para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano del SE

32 hasta que [yo] venga, y os lleve a [una] tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas; tierra de olivas, de aceite, y de miel; y viviréis, y no moriréis. No oigáis a Ezequías, porque os engaña cuando dice: El SE

34 Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. 37 Y enseñaba de día en el Templo; y de noche saliendo, se estaba en el monte que se llama de las Olivas.

2 Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. 3 Y sentándose en el Monte de las Olivas delante del Templo, le preguntaron aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés: 5 Y Jesús respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad, que nadie os engañe. 10 Y a todos los gentiles conviene que el evangelio sea predicado antes.

Su energía, en una tensión exagerada desde hacia tantos días, semanas y meses, amenazaba con quebrantarse en el momento decisivo. Estaba en una de esas horas de angustia física y moral en las que el alma y el cuerpo se derrumban vencidos y claman desesperadamente en las tinieblas en que se agitan, como el Cristo en el huerto de las Olivas: «¡Señor, aparta de este cáliz