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Para lo delicado tienen mujeres en esas obras de platería, para limar las piezas finas, para bordarlas como encaje, con una sierra que va cortando la plata en dibujos, como esas máquinas de labrar relojes y cestos y estantes de madera blanda.

Ruiloz se dio cuenta también de que doña Carmen vivía al parecer siempre atormentada por aquel drama íntimo, esforzándose en limar asperezas, evitar disensiones y alejar conflictos: ya intervenía en los diálogos para variar la conversación cuando corría peligro de agriarse, ya entraba oportunamente en las habitaciones estorbando que Julia se hallase sola con Javier o con Clotilde, ya, por último, y esto era lo que hacía con más gusto, mimaba y acariciaba a su sobrina cual si quisiera recompensarla por algún sacrificio o indemnizarla de alguna grande e inmerecida injusticia.

Historias fundadas en memorias secretas y papeles inéditos; publicaciones de manuscritos en que el editor asegura no haber hecho mas que introducir órden, limar frases, ó aclarar algunos pasajes, no merecen mas crédito que el debido á quien sale responsable de la obra.

Allá está dijo, y echó a correr. Ugarte y yo le seguimos. El bote estaba atado con una cadena. Nos quedaban dos limas, y comenzamos a limar el hierro. Tardábamos mucho, ligarte, siempre impaciente, bnscó una piedra, vino con ella, y dio tal golpe en el candado, que lo hizo saltar. Estuvo a punto de romper el bote; pero él no calculaba nada. Había dos remos.

No hay como París para limar lo que hay de sobra de ese género en un cerebro joven. Pero si tiene usted la intención de meterla en un convento... Hasta en el convento, amigo mío... El aire ambiente penetra por las rejas y por los claustros. Dentro de un año se quedará usted asombrado del camino que habrá hecho... y acaso llegue usted hasta a asustarse...

No diré que tuviera la altiva escrupulosidad de Merimée en limar hasta diez y siete veces un mismo trabajo, para no chocar con su concepto artístico, sin importársele mucho de la popularidad; pero que está impregnado de la desdeñosa filosofía del autor del Rouge et Noir. Pero el autor de los Ensayos, como de En Viaje, es más bien de la raza de Th.

Se diría que para precavernos contra el roce, que pudiera limar y pulir las diferencias, nos armamos instintivamente de una virtud conservadora de lo castizo que persiste en el fondo, aunque superficialmente desaparezca. Lo que llaman ahora high-life, o dígase aquella parte de la sociedad más rica, elegante y empingorotada, nos parece que debe ser cosmopolita, y sin embargo no lo es.