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Sin inquietud por lo porvenir, sin sentimiento por lo pasado, no apeteciendo nada, no rechazando nada tampoco, su vida se deslizaba tiempo hacía como un sueño feliz, como una dulce embriaguez. Dejó caer el plomo de los deseos y las tristezas que le ligaban a la tierra.

Restaurado con esmero, incendiáronlo á su turno en 1810 las tropas francesas invasoras, dejándolo reducido á un sublime escombro. Hoy no quedan sino los muros interiores y exteriores, los torreones rotos, las cuatro espléndidas fachadas, los sótanos y cimientos; sin techumbres ningunas, despedazados los arcos que ligaban los muros, vacíos los huecos de los balcones y todo en ruina.

Clara, viendo ya á todas horas á D. Carlos y á D. Fadrique, había penetrado la diferencia de los afectos que á ambos la ligaban, y cada día los hallaba más compatibles. El Comendador le inspiraba cada día más veneración, ternura y gratitud por su sacrificio generoso. D. Carlos le parecía cada día más agraciado, bello, enamorado, ingenioso y poeta. Pasaron así algunos meses más. Vino la primavera.

Estas tardes de comunión artística en aquel rincón de la catedral adormecida ligaban a los dos hombres con un afecto creciente. El músico hablaba, hojeaba cantando sus partituras, o hacía sonar el armónium; el revolucionario le escuchaba silencioso, sin interrumpir a su amigo más que con la tos de su pecho enfermo.

Poldy había luchado, durante algunos meses, en espantosa indecisión, entre el amor que Isidoro le inspiraba y los deberes más o menos artificiales, que la ligaban a su patria, a su familia y a la alta clase a que pertenecía. Por último, el amor triunfó en el alma de Poldy, mas no para quedarse en Austria desdeñada y aborrecida de sus hermanos y parientes. No: esto era imposible.

Entre tanto, hablan ya logrado su primero y mas esencial objeto, que era modificar las costumbres y cimentar la buena moral. La poligamia habla dejado de existir entre los indígenas, que temian el enojo de Dios: la infinidad de supersticiones de su estado salvage, así como las bárbaras costumbres que á ellas se ligaban, habian tambien desaparecido completamente.

Fortalecido por tales propósitos, siguió escribiendo con más soltura e ingenuidad, como si fuese el mismo hombre de diez días antes y esta carta igual a la que había enviado desde Tenerife. Pero no era el mismo; veíase obligado a reconocerlo. Sus pecados le ligaban a aquel buque, y mientras no saliese de él, serían inútiles sus esfuerzos para volver al pasado.

La gratitud penetró en mi corazón como una luz del cielo, como un bálsamo dulcísimo, y perdí por completo los pocos deseos que me ligaban a la vida. «Gracias pueblo de Madrid, exclamé dirigiéndome a la ciudad: gracias, pueblo generoso y culto, por no haber venido a gozar con el espectáculo de mi muerte ignominiosa. ¡Qué hubieras ganado presenciando la suprema agonía de un infeliz!

La gratitud penetró en mi corazón como una luz del cielo, como un bálsamo dulcísimo, y perdí por completo los pocos deseos que me ligaban a la vida. «Gracias pueblo de Madrid, exclamé dirigiéndome a la ciudad: gracias, pueblo generoso y culto, por no haber venido a gozar con el espectáculo de mi muerte ignominiosa. ¡Qué hubieras ganado presenciando la suprema agonía de un infeliz!

Y, sin embargo, nada más cierto. Quedándose en aquella casa, le parecía que aun no se habían roto del todo los lazos que le ligaban a ella. Los seres que le rodeaban eran su carne y su sangre: la amaban todavía, aunque culpable: no se podía injuriarla en su presencia. Ventura había dejado en las habitaciones, en los muebles, una parte de su ser.