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En este punto capital todos estamos de acuerdo. Toquemos ahora aquellos otros puntos en que no puede menos de haber discrepancia. No hemos de discutir aquí el transformismo de Darwin.

Tan notables fueron los primeros exámenes de derecho rendidos por Juanillo Simplón, que él, su padre, su madre, su tía, su abuelita y su padrino, todos de común acuerdo y sin la menor discrepancia, resolvieron que era un futuro hombre de genio.

El negocio no era tan fácil y expedito como a primera vista parecía: el Sr. de Rivera había sido siempre extremadamente escrupuloso en el lavado, planchado y demás artes decorativas; gustaba asimismo de que todas las prendas que usaba le viniesen como anillo al dedo; cualquier discrepancia en esta materia conseguía alterarle la bilis.

Cada cual dirá lo que se le antoje. Lo que todos tendrán que decir, sin discrepancia, es que dar muerte en buena lid y en ancho circo a seis o siete toros bravos es mucho menos cruel que matar a una perdiz atrayéndola con reclamo o que matar a un cerdo o a un pollo. Se me objetará que esto último no se hace por diversión, sino por necesidad o por casi necesidad de alimentarnos.

Salva la discrepancia en que solían estar marido y mujer sobre este punto de la nobleza, don Joaquín se mostraba siempre en perfecto acuerdo con Rafaela, gustando de lo que ella gustaba, y ensalzando y aplaudiendo lo que ella ensalzaba y aplaudía.

El busilis, pues, y el toque magistral de cualquier obra de amena literatura no está en seguir la moda, sino en dar la moda o más bien en ponerse tan por cima de la moda y tan por cima de progresos y de mudanzas, que toda moda nueva se apoye y se autorice en aquella obra presentándola como dechado y tratando de convencer al público de la excelencia de lo nuevo, no por su discrepancia, sino por su semejanza con aquel modelo inmortal.

Pero si suponemos que todo se altera, á un mismo tiempo, y en la misma proporcion; que todo el cielo, y todo cuanto hay en la tierra, hace su movimiento doblemente acelerado; pero de tal modo que la rapidez de nuestros pensamientos no haya crecido; entonces descubriremos una alteracion, que no sabremos si atribuir al mundo ó á nosotros: hallaremos una discrepancia entre la sucesion de nuestros pensamientos, y la de los movimientos; pero no sabremos si es que estos se hayan acelerado, ó que nuestro pensamiento sea mas tardo.

La sensibilidad pues, y los fenómenos que ella contiene, han sido en todas épocas un dato primitivo en los problemas ideológicos y psicológicos; discrepancia puede haberla con respecto á la naturaleza y consecuencias de este dato, mas en cuanto á la existencia del mismo.

No hay, pues, ni puede haber discrepancia, á no ser superficial, entre la moral y la estética, entre el bien y la hermosura. Lo bueno y lo hermoso coinciden al llegar á cierta altura y se confunden en uno. Y como, á mi ver, la sinceridad es requisito indispensable en toda poesía que merezca tal nombre, esta misma poesía da testimonio fehaciente del valer moral del poeta.

No hay verdad hasta que hay juicio, pues sin juicio no hay mas que percepcion, comparacion de la idea con la cosa; y sin comparacion no puede haber conformidad ni discrepancia. Si concibo una montaña de mil leguas de elevacion, concibo una cosa que no existe, mas no yerro mientras me guardo de afirmar la existencia de la montaña.