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D. Manuel Alberti, D. Domingo Mateu y D. Juan de Larrea; y para Secretarios, á los Doctores D. Juan José de Passo y D. Mariano Moreno: con la precisa indispensable cualidad de que, establecida la Junta, debería publicarse en el término de 15 dias una expedicion de 500 hombres para las provincias interiores, costeada con la renta del Señor Virey, Señores Oidores, Contadores Mayores, empleados de tabacos y otros que tuviese á bien cercenar la Junta, dejándoles congrua suficiente para su subsistencia.

Sacramento, otra muy lucida por cierto, costeada por las religiosas de Madre de Dios, cumpliendo las obligaciones contraidas con un piadoso y espléndido dotador, las cuales vamos á consignar, por que de su sola exposición dedúcense los pormenores todos que intervenían en su realización, sin que tengamos que echar á volar la fantasía con relatos más ó menos verídicos. Padre Maestro Fr.

Despues de la capilla que fundó al apóstol Santiago el obispo D. Fernando de Mesa, no hallamos en el período de quince años ninguna otra capilla anterior á la segunda de S. Bartolomé, costeada en 1280 por Martin Muñoz, sobrino del famoso adalid Domingo Muñoz, y contigua á la de su tio por la parte de poniente. No es esto decir que no se hiciese antes en la catedral cosa alguna notable.

La iglesia de San Pablo, costeada por el famoso Torquemada de candelosa recordacion, no conserva de su carácter primitivo sino la fachada, porque el interior es un asilo de presidiarios.

De la capilla de la Vera Cruz salía también, a las once de la noche, la famosa procesión de la Minerva, que, como se sabe, era costeada por los nobles descendientes de los compañeros de Pizarro, quien fué el fundador de la aristocrática hermandad y obtuvo que el Papa enviara para la iglesia un trozo del verdadero lignun crucis, reliquia que aun conservan los dominicos.

La procesión, preámbulo de las otras, y que debía ser en dicho miércoles por la tarde, era dirigida y costeada todos los años por el señor don Andrés Rubio, hermano mayor de la más importante Cofradía. Habían de salir en esta procesión tres obras maestras de escultura, tan pesada cualquiera de ellas que para llevarlas en andas por las calles era menester un ejército de nazarenos.

Tenía ante él una buena madre, una excelente dueña de casa, algo manirrota en sus gastos, pero muy interesada en que los negocios prosperasen: una meticulosa administradora del hogar, que tomaba las cuentas de la servidumbre con la misma minuciosidad que cuando vivía en el arruinado caserón de Durango, y al mismo tiempo sacaba miles de duros de la caja de su marido para restaurar una capilla que fuese más suntuosa que la costeada por alguna de las señoras que se codeaban con ella, en las Hijas de María ó en el salón de visitas de los padres de la Compañía.