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Capítulo VIII. Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación

A éstos no les llamo yo críticos, sino verdugos de los que en tiempos de triste recordacion atenaceaban el cuerpo, sacaban los ojos y cortaban las orejas á los delincuentes... todo con el objeto de decidirlos á la enmienda.

Se trataba, con frecuencia, de alguna conversación sin importancia que él había escuchado treinta años atrás y cuya recordación resultaba trivial. Otras veces, en cambio, eran anécdotas llenas de sabor humano. Pero el señor Molina atribuía a todas sus historias el mismo grado de interés.

Con esto se despidió, encargando a don Quijote que de todos sus buenos o malos sucesos le avisase, habiendo comodidad; y así, se despidieron, y Sancho fue a poner en orden lo necesario para su jornada. Capítulo V. De la discreta y graciosa plática que pasó entre Sancho Panza y su mujer Teresa Panza, y otros sucesos dignos de felice recordación

La iglesia de San Pablo, costeada por el famoso Torquemada de candelosa recordacion, no conserva de su carácter primitivo sino la fachada, porque el interior es un asilo de presidiarios.

Pocos días después hallábase instalado en habitación propia que alquiló en la calle del Duque de Alba, no lejos de D. Felicísimo Carnicero, de felicísima recordación. En Madrid no encontró novedad alguna, pues no merece tal nombre el furor con que todo el mundo fraguaba levantamiento s y sediciones.

El año de 1812 fué uno de los de más dura prueba y de más triste recordación para los sevillanos del siglo pasado.

Anunciado que en una velada, patrocinada por el club «Los Independientes» de New York, que había de celebrarse en recordación de los héroes del 10 de octubre de 1868, tomaría parte principal Martí, quien desempeñaba el cargo de Cónsul General de la Argentina, Uruguay y Paraguay en dicha ciudad, el Ministro de España protestó ante los respectivos Gobiernos, y él, con un desprendimiento asombroso, renunció a sus cargos diciendo: «¡Antes que todo cubano!». Hay hombres que suben, como suben las zarzas y las piedras que tienen en su cúspide las montañas: otros son montañas y las coronan flores y las visitan víboras.

La ausencia une y desune: tanto acerca como aleja: hace recordar y olvidar; relaja ciertos vínculos muy sólidos, los distiende a veces hasta romperlos: hay alianzas reconocidas indestructibles en las cuales ocasiona irremediables averías: acumula mundos de indiferencia sobre promesas de eterna recordación.

Extravagantes imaginaciones, honda y taladrante recordación del fin, que obligan a la pobre carne aterrorizada, y al ánimo conturbado, a refugiarse en la idealidad consoladora de un misticismo.