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Al cabo, los miembros del Comité, señores graves, llenos en casos tales de impertinente y campanuda suficiencia, declararon que la obra sería admitida «siempre que su lectura no durase más de una hora». Realmente no era mucho exigir.

Sentóse en una de las primeras mesas y al instante observó que los rostros de los parroquianos, muchos de ellos conocidos y amigos, se volvían hacia él sonrientes unos, otros con expresión de susto. No se pasaron muchos segundos sin que llegase a sus oídos la voz campanuda del ayudante, que discutía con sus amigos allá en el fondo del café, en lo más obscuro.

Suelten ustedes a esa joven, secuestradores proseguía yo, agitando el revólver . Para que ustedes la encierren en la prisión, tendrán que pasar sobre mi cadáver. No grite usted tanto, buen hombre dijo el tenedor con rabioso acento. ¡Ah! ¿No quieren ustedes que se sepa? exclamé con voz campanuda de cómico de la lengua . ¡Pues yo ! Quiero desenmascarar a los canallas.

Es don Francisco de Quevedo y Villegas, señor dijo el ayuda de cámara. ¡Ah! pues creo, Dios me perdone, que estamos perseguido por don Francisco. Perdóneme vuestra majestad, señor dijo Quevedo con voz campanuda y vibrante ; yo he sido llamado; que si llamado no fuera, no aportara yo en todos los años de mi vida por vuestra cámara.

¡Voto va! dije yo a monsieur Sans-délai; ¿sabéis que nuestro expediente se ha quedado en el aire como el alma de Garibay, y que debe de estar ahora posado como una paloma sobre algún tejado de esta activa población? Hubo que hacer otro. ¡Vuelta a los empeños! ¡Vuelta a la prisa! ¡Qué delirio! Es indispensable dijo el oficial con voz campanuda, que esas cosas vayan por sus trámites regulares.

¡Una reparación! exclamó el óptimo don Feliciano. ¡Qué más da que la exigieras, rapaz! ¿Se negaría usted a batijse conmigo? preguntó el ayudante con su voz campanuda. ¿A qué habíamos de batirnos? A lo que usted quiera.

No era el tipo del letrado grave, con cara de estuco y alma de papel sellado, revelada en unos ojuelos de vidrio, al compás de una voz campanuda y hueca, que va sacando, uno a uno, como del fondo del estómago, resobados sofismas de taracea que se hubieran insaculado allí después de usados por otros cien jurisperitos de igual corte.

Con voz potente y campanuda hizo el panegírico del duque, a quien llamó "genio financiero" unas cuantas veces. Habló del trabajo, del capital, de la producción, pasando en seguida a la política, que era su fuerte. Escosura no vivía hacía tiempo más que para la política.

Pero no hablemos de ridículo, no mentemos la soga en casa del ahorcado. Si el escritor insigne a quien Leporello moteja...» ¡Por Dios, García! exclamó Tristán avergonzado. ¡Déjame! Yo lo que escribo exclamó García con la misma voz vibrante, campanuda, con que leía su artículo. «Si el escritor insigne a quien...» ¡Pero García, eso es demasiado! ¿No comprendes?...

Hablaba con voz campanuda, muy despacio, sin mirar a Pablo Aquiles, mudo delante de él. Vino Casilda, y con aire digno se sentó, sin saludar a su cuñado.