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¡Una reparación! exclamó el óptimo don Feliciano. ¡Qué más da que la exigieras, rapaz! ¿Se negaría usted a batijse conmigo? preguntó el ayudante con su voz campanuda. ¿A qué habíamos de batirnos? A lo que usted quiera.

Pero en un libro como La Puchera, donde hay tanto oro de ley y capítulos que desde el día de su aparición deben pasar por clásicos, es lícito ser exigente y posponer lo bueno a lo mejor y lo mejor a lo óptimo.

«A la liberalidad del augusto Felipe segundo hijo del divino Carlos, nieto del gran Felipe, biznieto del divino Maximiliano rebiznieto del divino Federico, piadoso, fiel, máximo, católico, germánico, francisco, británico, bélgico, índico, africano, túrcico en tierra y mar, emperador invictísimo, porque con nuevos ornamentos y prerrogativas confirmados también y dadas de nuevo ilustres leyes municipales, ha aumentado y ennoblecido esta ciudad como á óptimo príncipe de esta romulense colonia restaurador amabilísimo el cabildo de los sevillanos

"La proliferación de las lenguas en el internet es inevitable y sólo puede beneficiar a los intercambios multiculturales. Para que esos intercambios tengan lugar en un ambiente óptimo, ya conviene desarrollar herramientas que mejoren su compatibilidad. La gestión completa de los diacríticos sólo es un ejemplo de lo que aún puede llevarse a cabo."

Lo óptimo es el Lebrato y su hijo, y Pilara y Quilino, y el médico don Elías, y el magnífico tipo del Berrugo, avaro supersticioso, que Balzac adoptaría por suyo, y la fantástica historia del descubrimiento del tesoro, que Walter Scott hubiera robado para su Anticuario.

Pero sin disminuir por malas artes su gloria, lo presente te galardona con fama imperecedera, y lo futuro te la conservará.... Cicerón dijo que es buen orador el que agrada al pueblo. Complácele, pues, que ninguno discrepa de opinión; antes todos claman unánimes que lo óptimo es lo que Lope dijere, y esta ley es regla poética.

Solía impacientársele el Inteleto a los postres, y tan pronto como Xuantipa se levantaba a fregar la loza, Belarmino se evadía furtivamente al Círculo republicano. Después, lo de siempre: irrupción violenta de Xuantipa, retorno aflictivo, este o aquel cliente, todos morosos, el óptimo Colignon, el pésimo Bellido, la imposible Felicita.