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También estos manuscritos son los más interesantes para la historia, porque, ya son ejemplo único ó casi único de algo, ó ya dilucidan puntos obscuros, que á la mayoría de la gente no les importan nada, pero que llenan de entusiasmo á los historiadores y arqueólogos y hacen que prorrumpan en el eureka de Arquímedes.

Aquella representacion es igualmente perfecta en todos; no hay en ella mas y menos; quien se imagina tres líneas, cerrando una área, posee la representacion del triángulo con tanta perfeccion como Arquímedes; lo que no puede verificarse de la misma idea del triángulo, que evidentemente es susceptible de muchos grados de perfeccion.

Responden sus grandezas al deseo Que tiene de mostrarse alegre, viendo De España y Francia el regio himeneo. Y este que escuchas, duro, alegre estruendo, Es señal que el torneo se comienza, Que admira por lo rico y estupendo. Arquímedes el grande se averguenza De ver que este teatro milagroso Su ingenio apoque, y á sus trazas venza.

De aquí que la censura que cae sobre el militar y el marino sea lícita, natural é inevitable. Y como á veces estimula, hasta conviene, si no es muy disparatada, dura y descompuesta. Arquímedes sabía mucho y era muy ingenioso. Si le hubiesen dado palanca y punto de apoyo hubiera movido al mundo.

En efecto, como el árbol y el fruto en la simiente, los descubrimientos científicos, las máquinas y las invenciones que han elaborado las instituciones libres, la salud, la riqueza y el bienestar, estaban en el camino inaugurado por Euclides, Sócrates, Fídias, Aristóteles y Arquímedes, y no estaban en la senda en que trabajaron Zoroastro, Moisés, Confucio, Buda, Jesús y Mahoma, como que no han sido encontrados por sus respectivos secuaces o fieles, sino, por sus rebeldes, herejes o infieles a medias o a enteras, que, apartándose de esta vía, se echaron a andar por aquella.

Arranca del portal una escalera medianamente espaciosa, cuidadosamente tapizada de polvo como conviene a esta clase de establecimientos, la cual termina en una portería o conserjería donde hay generalmente sentados seis u ocho señores ocupados en la tarea de mirar lo que entra y lo que sale y en charlar y discutir en voz alta a fin de que los que estudian dentro se acostumbren a concentrar su atención, como hacía Arquímedes en los tiempos antiguos.

Los hombres mas insignes en el mundo científico se han distinguido por una gran fuerza de atencion; y algunos de ellos por una abstraccion que raya en lo increible. Arquimedes ocupado en sus meditaciones y operaciones geométricas, no advierte el estrépito de la ciudad tomada por los enemigos.

Este otro es moscatel de Siracusa, vino del que se embriagaba el Cíclope para consolarse de los desdenes de Galatea, con el que Arquímedes se inspiraba para sus más raras invenciones y del que siempre bebía Teócrito antes de componer sus idilios. No os pasméis, señores, de mi notable erudición. No en balde soy la discípula predilecta de donna Olimpia. De tal palo tal astilla, como suele decirse.

Cansado de forcejear por abrir una puerta tan bien cerrada, parece que ha desistido de su empeño, y que se ha sentado en el umbral aguardando si alguien abrirá por la parte de adentro. «Ya lo veoexclama de repente, «esto es!....» y cual otro Arquimédes, sin saber lo que le sucede, saltaria del baño y echaria á correr gritando: «Lo he encontrado!..... Lo he encontrado!....»

Es necesario ver trabajar esos monstruos para saber hasta dónde puede llegar la potencia mecánica. El ingeniero constructor del motor fijo que daba movimiento a las infinitas poleas de la Exposición Universal de Filadelfia, decía que, si tuviera un punto fuera del mundo para colocar su máquina, sacaría a la Tierra de su órbita. Tenía razón, como la tenía Arquimedes.