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Y en los furgones viene igualmente un bagaje enorme de salvajismo científico, una filosofía nueva que glorifica la fuerza como principio y santificación de todo, niega la libertad, suprime al débil y coloca al mundo entero bajo la dependencia de una minoría predilecta de Dios, sólo porque dispone de los procedimientos más rápidos y seguros de dar la muerte.

Pero, me diréis, ¿los bogotanos no pasean, no tienen un punto de reunión, un club, una calle predilecta, algo como los bulevares, nuestra calle Florida, el Ring de Viena, el Unter den Linden de Berlín, el Corso de Roma, el Broadway de Nueva York o el Park-Corner de Londres? , pero todo en uno: tienen el Altozano.

Aun en esa misma coleccion enorme de Historias de Filipinas, mas ó menos largas, mas ó menos cargadas de sucesos maravillosos y de relatos de castigos divinos, la cuestion etnográfica es ligeramente tocada por los autores cuya ocupacion predilecta ha sido el relato de los sucesos politico-religiosos.

«Y Ana, que pasaba por hija predilecta de confesión del Magistral, por devota en ejercicio, se había presentado en el teatro en noche prohibida, rompiendo por todo, haciendo alarde de no respetar piadosos escrúpulos, pues precisamente ella no frecuentaba semejante sitio.... Y precisamente aquella noche...».

Tratábala yo como a una hermana predilecta, y procuraba inspirarle confianza; pero ella se mostraba siempre, reservada y asustadiza. Sin embargo, no tardé en comprender que aquel airecillo gazmoño que tanto me chocó en Angelina el primer día, no era más que timidez de bondad, muy en harmonía con su carácter y su belleza, muy natural en quien había tenido tanto que llorar.

Y si, contemplándolo de cerca, ese beso se dirigía también a otra, ¿qué me importaba? Era tan joven todavía, que no podía pretender semejante cosa para sola. Volví una vez más a mi idea predilecta: ¿Qué haría yo si estuviera en el lugar de Marta?

¡Si siquiera su madre se hubiera mostrado indulgente! Pero no le perdonaba uno solo de los espárragos que se habían reservado en la primavera, ni tampoco el carruaje para sus paseos, en la época de la cosecha, cuando los caballos tienen tanto que hacer en los campos. «Quien no quiere escuchar debe padecerera su máxima predilecta, y él nada escuchaba ¡oh! absolutamente nada.

Y emprendieron otra vez la marcha en silencio. Octavio lo rompió al cabo de un instante diciendo: ¿De qué perfumista acostumbra usted á surtirse, condesa? No tengo ninguno conocido; entro indistintamente en la primer perfumería que encuentro. Pero al menos tendrá usted una marca predilecta. Tampoco; nunca me fijo en los rótulos de los frascos.

Tenía cincuenta años, la cabeza llena de nieve, y su corazón todavía se abrasaba en fuego de amor a María Santísima. Desde el seminario, y ya había llovido después, su vida había sido una oda consagrada a las alabanzas de la Madre de Dios. Sabía mucha teología, pero su ciencia predilecta consistía en la doctrina de los Misterios que se refieren a la Mujer sine labe concepta.

Aquel campo abierto, aquella mancha de un verde claro, contrastando con el más negro de su cinturón selvático, espaciaba la vista y la alegraba. Aquel campo era la finca predilecta del capitán, su regocijo y sus amores. En cuanto ponía los pies en él sentía un extraño fresco en el cuerpo y el alma; se le disipaban inquietudes y penas. No se pasaba día alguno en que no le hiciese su visita.