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Si se dice que por toda perfeccion se entiende todo lo que nosotros podemos concebir, permanece la misma dificultad: porque si se habla de la concepcion de un ser finito, la concepcion no es infinita; si de la de un ser infinito, se comete peticion de principio: pues al tratar de explicar sus perfecciones se apela á lo que él puede concebir.

¡El confesor del rey! ¡La reina apela al hierro! ¡Oh! ¡oh! la lucha es encarnizada... y bien, será preciso obrar de una manera decidida... No digáis es necesario obrar... decidme obrad, y obro. Estas cartas son ya insuficientes... vuecencia no puede pedirme que me pierda al perder á la reina... la reina lo arrostra todo... imitémosla.

7.º Luego toda filosofía que quiere explicar la razon aislándola; que solo considera fenómenos particulares, sin lazo general; que pretende levantar el magnífico edificio de nuestra razon con solos los hechos particulares; que no apela á un fondo comun, á un manantial de luz de donde nazcan todas las luces, es una filosofía falsa, superficial, en lucha con la teoría, en contradiccion con los hechos.

Hasta es de notar que cuando en gravísimos apuros se miente de una manera escandalosa, con la mira de alentar por algunas horas mas y dar lugar al tiempo, rara vez se inventa un parte nombrando personas; se apela á las fórmulas de «sabemos de positivo; un testigo de vista acaba de referirnos» y otras semejantes; se suponen oficios recibidos que se imprimirán luego, se ordenan regocijos públicos etc., pero siempre se suele dejar un camino abierto para que la mentira no choque demasiado de frente con el buen sentido, se tiene cuidado en no comprometer el nombre de personas determinadas; en una palabra, hasta reinando la mayor desfachatez, se guardan siempre algunas consideraciones á la conciencia pública.

Es generalmente sensualista y caprichosa: se apodera hoy de un arco, de un adorno, de una forma cualquiera, y mañana hace ya con ella mil combinaciones; busca para mejor deslumbrar los mármoles mas preciados, dora los capiteles, pinta el fondo de los relieves, engasta ópalos y cornalinas en las celosías, forma con menuda piedra los mosáicos, distribuye con profusion y de la manera mas vistosa todos los elementos de que dispone, columnas, arcos, cúpulas y cupulinos, almocárabes, cintas, hojas, entrelazos, flores; procura que cada monumento tenga su perspectiva, estudia con detencion cómo ha de sorprender los sentidos, y apela para alcanzarlo no solo al arte, sino á la vegetacion, á la naturaleza.

El marino, al perder su buque, se mata; todo hombre de honor que considera su falta irremediable apela á la muerte, para caer en una postura digna. Y ese emperador sigue diciendo Toledo que ha organizado el exterminio de diez millones de hombres desea llegar á viejo... ¡Ah, sinvergüenza!

Esa es, en fin, materia sagrada, y nadie las mueva, que estar no pueda con Roldán a prueba. Pero, señor, nunca se ha ahorcado a nadie por decir que Fulano es mal cómico. Lo que se ha hecho, señor Bachiller, y lo que se hará, mejor se está callado. Se reclama, se apela... Señor Munguía, quiero contarle a usted un cuentecillo, y es caso ocurrido no ha muchos meses en un lugarcito de las Batuecas.

Asumiendo los Dattos el poder omnímodo, son los que dan fallo sobre todos los pleitos de su tribu, cobrando de intereses un real por peso; si el pleito es entre dos Dattos, los embajadores llamados Tumangung son los que arreglan las diferencias, y sólo en caso extremo se apela á la fuerza de las armas. Conocen la moneda, pero acostumbran en la mayoría de sus negocios á usar los cambios.

A esto se reduce el argumento de La-Mennais. ¿Qué resulta de él? nada en favor del sistema del consentimiento comun: es cierto que los demás criterios están sujetos á error en circunstancias excepcionales; es cierto que en tales casos, y en naciendo la duda, se apela al testimonio de los otros; mas, ¿para qué?

Creemos, sin embargo, que en vez de censurar al autor porque no apela a tales enredos, conviene darle gracias por la mucha conciencia que tiene, sacrificando a la fidelidad del relato el portentoso efecto que haría si se atreviese a exornarle y bordarle con lances y episodios sacados de su fantasía.