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Huberto Martholl estaba a su lado, aquel Huberto que ella «prefiere, porque baila admirablemente el bostonpensaba siempre Juan, acosado por la frase oída. Aislándose de sus vecinos, para absorberse en sus tristes pensamientos, que le demacraban el semblante y le endurecían la mirada, seguía con ojos insistentes los menores gestos de Huberto y de María Teresa.

Entonces, casi de puntillas, iba hacia el piano, y apenas colocaba los dedos en el teclado, parecía olvidar su timidez, aislándose del mundo exterior, con los ojos vagos y sin luz, como si su mirada se concentrase interiormente y su canto fuese un débil escape, un lejano eco de otra música de recuerdos que sonaba dentro de ella.

Los tripulantes de nuestros voladores conservarán siempre flojos estos lazos metálicos. Debemos separarnos por unas horas; yo marcho delante. Además, la comunicación va á quedar interrumpida entre nosotros desde el momento que usted recobra la posición vertical, aislándose en su grandeza inútil. El ingeniero quiso protestar, algo ofendido por las precauciones á que se le sometía.

Así la vió Doroteo durante diez años, como si fuese una criatura insensible al tiempo, y así la hubiese visto siempre. Pero un día se dió cuenta de que empezaba á disgregarse su armonía corporal, como si las tres sangres que existían en ella se hubiesen cansado de permanecer revueltas, aislándose, para asomar cada una por separado á la superficie.

Era un muchacho argentino, que regresaba a su tierra después de varios años de vida en París, el inventor de este apodo un día que hablando con Maltrana se lamentaba del carácter de sus compatriotas, tachándolas de hurañas y poco sociables. Mire usted a nuestras mujeres, y aprenda, galleguismo había dicho . Se han refugiado en un extremo del buque aislándose de las demás gentes.

Veíase en el venerable caserón de los Febrer con sus padres y su abuelo. Era hijo único. Su madre, una señora pálida, de belleza melancólica, había quedado enferma a consecuencia de su nacimiento. Don Horacio vivía en el segundo piso, en compañía de un viejo criado, como si fuese un huésped en la casa, mezclándose con la familia o aislándose de ella a su capricho.