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D. JUAN CEBRIAN, Maestro en Teología, Canónigo de la Santa Iglesia metropolitana de Zaragoza, después de la mitad del siglo XV; fue muy erudito y virtuoso, escribió algunas observaciones y notas eclesiásticas y una Memoria geológica sobre los alrededores de Teruel.

¿Qué estás diciendo? Lo que oyes. Ya lo sabía; pero a me hacía falta oírlo de tus propios labios. Pues no lo oirás. Ya lo he oído. Por Dios, disimula. Ahora, Gabriel, alza la vista y di: «¡Qué terrible grieta se ha abierto en el techo!». ¿Con que no te quiero yo? ¿Sabes que no lo había advertido? Y en tanto tiempo ¿qué has hecho ? ¿Has estado en el sitio de Zaragoza?

En el catálogo de comedias españolas de Juan Isidro Faxardo, que se halla manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid, «Títulos de todas las comedias que en «verso español y portugués se han impreso hasta el año de 1716añade: «Y también se le dan á Lope la parte llamada 26, impresa en Zaragoza 1645; la parte 27, impresa en Barcelona 1633, y la parte 28, impresa en Zaragoza 1639, si bien estas tres partes 26, 27 y 28 se hallan por extravagantes, y sólo corrientemente se dicen 25 partes de Lope.» D. Agustín Durán me ha asegurado, por haberlos visto hace años, que efectivamente existen estos tres tomos, y acaso también el 29, aunque todo mi empeño en encontrar ejemplares completos de las mismas ha sido hasta ahora inútil; paréceme, no obstante, que he descubierto algunos fragmentos de las mismas.

A su vez estaba casado, bastantes años hacía, con la hija de un comerciante de Zaragoza, llamado D. Tomás Osorio, padre también del conocido banquero madrileño del mismo nombre, que tenía su hotel con honores de palacio en el barrio de Salamanca, calle de Ramón de la Cruz.

-Por el mismo caso -respondió don Quijote-, no pondré los pies en Zaragoza, y así sacaré a la plaza del mundo la mentira dese historiador moderno, y echarán de ver las gentes como yo no soy el don Quijote que él dice. -Hará muy bien -dijo don Jerónimo-; y otras justas hay en Barcelona, donde podrá el señor don Quijote mostrar su valor.

En el año 1612 celebró Sínodo en Teruel y en él se formaron constituciones muy importantes para el servicio de Dios y provecho de los fieles: después de haber gobernado diez y siete años la Iglesia de Teruel, fue promovido a la de Tarazona en Abril de 1614, continuando los ejemplos de humildad y caridad con los pobres: en los años 1614 y 1615 asistió al Concilio provincial de Zaragoza, en donde hizo brillar su celo y doctrina.

Los ríos, puentes, vega, ermitas y demás alrededores de Teruel. Asentada sobre una meseta o altura de bastante consideración en la carretera de Zaragoza a Valencia y a la izquierda del río Turia, se halla la Ciudad de Teruel, capital de la provincia del mismo nombre, cuyos viejos muros, en parte desmoronados, atestiguan su respetable antigüedad.

Navidad de Zaragoza, repartida en cuatro noches, compuesta por Matías de Aguirre: Zaragoza, 1654.

A primera vista parece estraño que un Rey de Castilla haga una confirmacion, pero el que esté instruido en la historia recordará, que habiendo instituido el Rey D. Alonso el batallador herederos á los templarios, y á las milicias del Sepulcro y del Hospital, los aragoneses desestimando tan estraña disposicion, eligieron por rey á D. Ramiro el Monge, con cuyo motivo aprovechándose el rey de Castilla, llamado tambien D. Alonso, de la guerra que se habia encendido entre el rey D. Ramiro y D. Garcia, que lo era de Navarra, entró en Aragon, y se apoderó de Zaragoza y su comarca, tomando entonces el título de Emperador, y reteniendo estas conquistas, hasta que habiendo casado la hija de D. Ramiro Doña Petronila con D. Ramon Berenguer Conde de Barcelona, fué este á visitar al Emperador D. Alonso y obtuvo que le restituyese la ciudad de Zaragoza con todas sus dependencias hasta el oriente del Ebro, no sin otra recomendacion que su franqueza y la nobleza de sus modales, como dicen algunos escritores, sino mediante condiciones contra las cuales protestó solemnemente Doña Petronila en su testamento.

En la feraz vega de Zaragoza, pasó por entre pilas de melocotones que parecían balas de fuego, y vio las lozanas viñas de uva retinta, cuyo zumo enardece la sangre de los paisanos de Lanuza.