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Lázaro tosió; el auditorio tosió también. La primera palabra se hacía esperar mucho; por fin el orador tomó aliento, y desafiando aquel abismo de curiosidad que se abría ante él, comenzó á hablar. #La primera batalla#. Lázaro era un poco retórico en la augusta cátedra del club democrático de Zaragoza.

Yo no puedo mirarla sin que se me despegue la carne de los huesos, y no puedo apartarla de , porque el frío de la noche hiela todo mi cuerpo. MANRIQUE. Pero, ¿por qué os habéis querido fijar en este sitio? AZUCENA. Porque este sitio tiene para recuerdos muy profundos... desde aquí se descubren los muros de Zaragoza... éste era, éste, el sitio donde murió. MANRIQUE. ¿Quién, madre mía?

Si alcanza Mi fe lo que ha pretendido, El amor que le he tenido Se ha de trocar en venganza. Vanse. Sale el REY y el CONDE y DON ENRIQUE y acompañamiento. REY. Mientras que se apercibe Mi partida a Toledo y me responde El de Aragón, que vive Ahora en Zaragoza, sabed, Conde, Si están ya despachados Todos los pretendientes y soldados; Y mirad si hay alguno También que quiera hablarme.

Pocos dias despues de entregada la ciudad de Zaragoza, llegaron 10,000 caballos que enviaba de Africa el rey Ali, y como entendiesen que ya la ciudad estaba en poder de los cristianos, se detuvieron antes de llegar

Obispo D. Diego de Chueca, que dirigió la obra con la mayor magnificencia y tuvo el grato consuelo de consumarla y establecer las fundadoras que llevó de Zaragoza en 1660.

Este rey conocido con el nombre de batallador donó al obispo de Zaragoza D. Pedro Librana las décimas y primicias de todas las iglesias de su obispada, y el 4.º y derecho episcopal de todas las que estuviesen en los términos de su obispado y finalmente todas las heredades de las mezquitas, cuya donacion lleva la fecha de la era de 1156, equivalente al año de Cristo 1118.

NOTA. El obgeto del P. Ribera en este pasage de su obra fué tan solo probar que el Rector de la Real Capilla de la Aljaferia de Zaragoza tenia la parroquialidad en el Castillo, así como el de Barcelona la tenia en el antiguo Palacio de sus Condes. Nota 9.ª Commune 27. Martini num. 2137. fol. 112.

Trata de la libertad que dio el señor don Gaiferos a su esposa Melisendra, que estaba cautiva en España, en poder de moros, en la ciudad de Sansueña, que así se llamaba entonces la que hoy se llama Zaragoza; y vean vuesas mercedes allí cómo está jugando a las tablas don Gaiferos, según aquello que se canta: Jugando está a las tablas don Gaiferos, que ya de Melisendra está olvidado.

Declaración hecha á la hora de la muerte, escrita al dictado por Gil de Mesa y firmada de su mano. Otra declaración contenida en escrito inédito, lleva más allá de este mundo las noticias del ex-Secretario. Don Justo Zaragoza, que la encontró en la Biblioteca de S. M. el Rey, Sala 2, Est.

El Rey entró el 1.º en Zaragoza en la semana de ramos, acompañado de los oficiales de su casa y señores de su corte: llevaba luto por su padre D. Jaime 2.º, pero ordenó, que el sábado santo despues de gloria se lo quitasen todos, se afeitasen las barbas, y se arreglasen muy de propósito para la fiesta.