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Actualizado: 29 de mayo de 2025


Pero la verdad es que en esos mismos pueblos históricos hay todavía mucho prehistórico, porque se tiene que ir adivinando para ver dónde y cómo vivieron. ¿Quién sabe cuándo fabricaron los quechuas sus acueductos y sus caminos y sus calzadas en el Perú; ni cuándo los chibchas de Colombia empezaron a hacer sus dijes y sus jarros de oro; ni qué pueblo vivió en Yucatán antes que los mayas que encontraron allí los españoles; ni de dónde vino la raza desconocida que levantó los terraplenes y las casas-pueblos en la América del Norte?

Para imaginarnos el aspecto de nuestra corriente de agua y los servicios para que la utilizaron nuestros antepasados en los tiempos de la barbarie primitiva, nos es preciso atravesar el Océano y desembarcar cerca de las costas del mar de las Antillas, en uno de esos bosques de Honduras, del Yucatán y el Mosquitos, donde los caribes y los zambos cortan la acacia, el cedro y el campeche.

Hasta que cumplí los veinticinco años no supe que mi tío Alberto, un bravo militar que murió en Yucatán víctima del vómito, no era hermano de mi madre. Mis abuelos le recogieron no dónde; le dieron crianza, nombre y carrera, y todos le creían hermano de mis tías. Nadie me contó esa historia. Súpela casualmente.

Por Yucatán estuvo el imperio de aquellos príncipes mayas, que eran de pómulos anchos, y frente como la del hombre blanco de ahora. En Yucatán están las ruinas de Sayil, con su Casa Grande, de tres pisos, y con su escalera de diez varas de ancho.

Desde el punto de vista de la educación moral, Azabache es un valiosísimo contingente, que no debía faltar en ninguna familia, si esta desea fomentar en los jóvenes los sentimientos de la bondad, de la justicia y aun de la filantropía." La Escuela Primaria, Mérida de Yucatán, Junio 15, 1893. "=La Casa del Pantano=, escrita por FLORENCE WARDEN, pertenece al género de literatura moderno.

Mas próximos á nosotros y mas ligados en el pasado que el presente con lo que es hoy República Argentina y cuyo estudio tiene por lo tanto mayor interés para nosotros, el Perú y Bolivia han tenido entre otros investigadores de sus misteriosas ruinas, quizá mas importantes para el conocimiento del mas remoto pasado de América, que Yucatan ó Méjico, á D'ORBIGNY, CASTELNAU, RIVERO, TSCHUDI, ANGRAND, MITRE, SQUIER, WIENER, STUBEL, WEISS y FALB.

Está Labná, con aquel edificio curioso que tiene por cerca del techo una hilera de cráneos de piedra, y aquella otra ruina donde cargan dos hombres una gran esfera, de pie uno, y el otro arrodillado. En Yucatán está Izamal, donde se encontró aquella Cara Gigantesca, una cara de piedra de dos varas y más.

Otros ponían de punta en medio de un bosque tres piedras grandes, y una chata encima, como techo, con una cerca de piedras, pero estos dólmenes no eran para vivir, sino para enterrar sus muertos, o para ir a oír a los viejos y los sabios cuando cambiaba la estación, o había guerra, o tenían que elegir rey: y para recordar cada cosa de éstas clavaban en el suelo una piedra grande, como una columna, que llamaban «menhir» en Europa, y que los indios mayas llamaban «katún»; porque los mayas de Yucatán no sabían que del otro lado del mar viviera el pueblo galo, en donde está Francia ahora, pero hacían lo mismo que los galos, y que los germanos, que vivían donde está ahora Alemania.

Méjico, además de poseer de su gran pasado obras de largo aliento y fruto de pacientes esploraciones, acaba de publicar oficialmente un verdadero monumento monográfico sobre sus antigüedades. Puede estudiarse á Yucatan y á sus maravillosas ruinas en el Museo del Trocadero, en Paris, por todos los interesados en la vieja historia de América.

En todas las tribus y lenguas que cubrían y animaban el Nuevo Mundo, en el Anahuac, en el Yucatán, en Guatemala, en la risueña meseta de los Andes, donde moraban los chibchas y en el resto de la América del Sur, sobre todo, entre los quichúas y los guaraníes, germinaba y estaba ya pronta a abrirse como flor hermosa una civilización original e indígena que los españoles arrancaron de cuajo, borrando sus huellas, aniquilando hasta su recuerdo, y, ora destruyendo la raza que iba a dar al mundo esa civilización llena de novedad inaudita, ora sumiendo en la abyección a esa raza por medio de la servidumbre, del oprobio, de rudos trabajos y de inhumanos castigos.

Palabra del Dia

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