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Actualizado: 19 de junio de 2025
Cierra la noche, y si no hay luna el Prado queda enteramente desierto; las mariposas vuelan hácia sus nidos, y las hormigas de casaca negra emprenden su viaje en busca de labores nocturnas. Entónces les llega su turno al teatro, el casino y el café, escenarios democráticos donde la sociedad española se exhibe admirablemente. El teatro es mucho mas querido en España de lo que se piensa.
Un presentimiento y una duda atravesaron mi espíritu; pero a los diez y seis años, esa clase de impresiones vuelan y desaparecen, como las mariposas que revolotean en torno de nosotros, así es que estuve lo más alegre hasta el instante en que nuestros invitados se despidieron del señor de Pavol. Así que se fueron, retirose mi tío a su gabinete y me hizo comparecer ante él.
Y un tumulto de ideas, mejor dicho, de imaginaciones porque, propiamente ideas sobre el mundo, no tiene aun la señorita asaltan su mente en ligero torbellino, se agitan, bullen, vuelan y revuelan como mariposas en torno del foco luminoso. ¿Cómo será el mundo? He ahí la preocupación de la señorita. Pero esta preocupación está exenta de tristeza, de gravedad, de pesimismo.
Los animales-plantas, inmóviles como estrellas, rodeaban de un círculo de rayos sus bocas feroces, y los seres minúsculos se sentían empujados irresistiblemente hacia ellos, lo mismo que las mariposas vuelan hacia la lámpara y los pájaros de mar chocan con el faro. Ninguna de las luces de la tierra podía compararse con las del mundo abisal.
Desde este momento nada quedaba que hacer para los tímidos, sino taparse los oídos y cerrar los ojos. Los demás vuelan a las armas por todas partes; el tropel de los caballos hace retemblar la Pampa, y el cañón enseña su negra boca a la entrada de las ciudades. Me es preciso dejar a Buenos Aires para volver al fondo de las demás provincias a ver lo que en ellas se prepara.
Las pocas lamparillas que todavía alumbraban se extinguían con un estremecimiento incorpóreo, al modo de leve recuerdo dorado. Felicita sintió que una mano invisible le apretaba el corazón. No podía respirar. Cantó un gallo. Una voz de timbre increíble resonó en la cabeza de Felicita: «Es la hora en que Lucifer cae al averno y las almas de los justos vuelan a Dios.»
Allá, las calesas rojas, cubiertas de ricos dorados, vuelan arrastradas por un caballo rápido, cuya cabeza está cargada de plumas abigarradas y de cascabeles que resuenan a lo lejos; aquí, el pavimento tiembla y gime bajo el peso de ocho mulas cuyos arneses resplandecen de cifras y de escudos de armas de plata, y que arrastran un coche pesado y macizo, rodeado de lacayos con las magníficas libreas de un grande de España y precedido de picadores de trajes deslumbrantes.
Y dormirán á poco; entónces, en la sombra, sueños de oro, en alegre tropel que el alma asombra, que nacen con los ruidos del dia al espirar, de léjos atraidos por sus labios de grana, cual vuelan las abejas sobre la flor lozana, de su lecho en los pliegues se vendrán á posar.
Navegando, he perdido la noción del tiempo; embarcado, los días son largos, y, sin embargo, los años, suma de días, son cortos, escapan, vuelan. El tiempo ha corrido bien rápidamente para mí. Ese pensamiento en el pasado, cuando se deja atrás la juventud, es como una herida en el alma, que va fluyendo constantemente y nos anega de tristeza.
Acabados los oráculos, se hacen las ofrendas de la pesca y de la caza y aquellas diabólicas majestades, en señal de agradecimiento, llevan alguna cosa á la boca. Después vuelan con el Mapono por el aire, temblando á este tiempo tanto la iglesia, que parece se viene al suelo. Desaparece por mucho tiempo el Mapono, fingiendo que se va con sus dioses al cielo.
Palabra del Dia
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