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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Además, vuecencia me dijo le recordase que tenía que decirme algo acerca de la señora condesa de Lemos. En efecto, me importa saber uno por uno los pasos que da doña Catalina. Puedo deciros, señor, que cuando yo venía para acá, entraba vuestra hija en las Descalzas Reales. Nada tiene eso de extraño.

Pues... ayudaba á vuecencia contra la reina, y al conde de Olivares contra el duque de Uceda y contra vos, y al duque de Uceda contra vos y contra el conde de Olivares, y traía enredado á todo el mundo, de cuyo enredo ha resultado el lance que le tiene en el lecho mal herido, y un delito horrible. ¡Un delito!... Oigame vuecencia y llegaremos á ese delito. Seguid, seguid.

, señora; era necesario tener una gran confianza en la persona que viviese en aquella celda. Y... ¿no hay otra desocupada? No; no, señora: apenas tenemos convento: será necesario ensancharlo: no cabemos. ¡Bendito sea Dios! ¿Piensa vuecencia traernos alguna novicia ó alguna educanda? No, no por cierto. La condesa, que estaba profundamente preocupada, calló. La tornera calló también por respeto.

Además, para que vuecencia ilustrísima vea cuán sin culpa estoy, inclusa va la que me escribió el señor duque de LermaDetúvose al llegar aquí la abadesa. Para que el padre Aliaga desconfie menos de murmuró debo enviarle copia de la carta que escribo á mi tío... Es necesario andar con pies de plomo... Hago, es verdad, traición al duque... ¡pero la Inquisición!...

También he logrado con mi hipocrecía llamar hacia la tardía atención de vuecencia, que ahora, y no antes, me aprueba y me aplaude, pero de un modo según el cual no quiero yo ser aprobada ni aplaudida. Juanita dijo don Andrés , yo no he venido aquí a disputar contigo. Tendrás razón en estar quejosa de todo el género humano, pero de debes estar menos quejosa que de nadie.

Dádmela vos por traslado, que otras más graves reales órdenes se han dado sin que lo sepa su majestad. El duque, dominado por Quevedo y por la situación, se sentó en la mesa, escribió, firmó, leyó lo que había escrito á Quevedo y luego dobló el papel, le puso un sobre y le selló y le sobrescribió. Beso á vuecencia las manos y le doy las gracias dijo Quevedo tomando el pliego.

Yo procuré disuadirla, y tanto la dije, que al fin ha renunciado á su propósito. En cuanto á don Francisco, ya sabe vuecencia, porque lo sabe todo el mundo, que mató á un hombre que en la iglesia de este mismo convento se había atrevido á insultar á una dama.

Y ya que vuecencia quiere que se le diga todo, bueno será también que vuecencia sepa, que poco después entraba en el convento don Francisco de Quevedo. ¡Ah! ¡ah! ¿y en el convento, no en la iglesia? La señora condesa entró por la puerta de los locutorios, y por aquella misma puerta poco después don Francisco. El duque de Lerma escribió rápidamente una carta, la cerró, y escribió sobre la nema.

Temo que se ofenda mi señora doña Inés, a quien bien quiero y a quien debo mil favores. Y temo más aún que se ofenda don Paco, quien..., fuera disimulo, ya es tiempo de que lo sepa vuecencia si no lo sabe..., es mi novio. ¿Y cómo dijo don Andrés recelas que don Paco se escape otra vez y se vaya a vagar por esos andurriales?

¿A qué otros gastos te refieres? A los grandes desembolsos que le han costado a Vuecencia los negocios que ha emprendido en compañía de don Mauricio Ibáñez... ¡Bah!..., gajes del oficio, Simón: hay que estar a las duras y a las maduras. Cierto; pero a Vuecencia siempre le han tocado las duras. También a él... Pero ese es su oficio; aquí cae y allí se levanta: de eso vive; al paso que Vuecencia...

Palabra del Dia

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