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Actualizado: 13 de junio de 2025
Tú no entiendes nada de eso, hija mía. Celestina no dijo palabra, muy ofendida por la observación de la abuela. Vi, en efecto, por su mirada despreciativa y por su labio en forma de pila de agua bendita, que las personas que hablaban de matrimonio eran sospechosas para ella; tan sospechosas, que tomó el partido de volvernos la espalda sin más ceremonia.
Todo dependía de su temperamento excesivamente nervioso y de la edad, que le obligaba a chochear. Bien tá eso, señor, y voy al caso. Llegaríamos a casa de Marica a eso de las seis. Allí nos dejó el señor y nos dijo que volvería al día siguiente con otra presona pa volvernos a Lancia.
Esta chica va a volvernos locos dijo Maltrana a Ojeda, que había corrido también para enterarse del motivo del estrépito . Ahora parece que su gusto consiste en que los hombres se afeiten. Yo estoy libre de eso: yo he seguido siempre la moda de ahora. Pero usted, Fernando, líbrese de que esa chiquilla le eche el ojo. Veo en peligro sus hermosos bigotes.
Nada, yo tengo la seguridad de que no dura más de doscientos pasos y de que el corte de la Peña se encuentra á estas horas bañado por el sol... Pero si tienes miedo á la humedad podemos volvernos... No, no... de ningún modo... ¿Crees que vamos á ver el sol de veras?... Pues adelante.
Cuatro meses esperándole, y si no volviese en aquel término, se retirasen á la Asumpcion: estuvimos seis meses esperando sin saber nada de Juan de Oyolas, y por faltarnos el bastimento, fué preciso volvernos con Domingo de Irala, que habia quedado por nuestro capitan, á la ciudad de la Asumpcion, como nuestro capitan habia mandado. CABEZA DE VACA, cap. 4.
No sabes, no sabes lo que sucede. ¡Oh, Dios mío! ¡y sabe Dios cuándo podremos volvernos á ver! Cuando volvamos á vernos será para no separarnos. Pero adiós, adiós, que estoy haciendo falta en otra parte. ¿Dónde hará falta este pícaro? dijo Quevedo. Oyóse entonce un beso dentro de la habitación. Cuando miró Quevedo de nuevo por los agujeros, ni Luisa ni don Juan de Guzmán estaban en la estancia.
Este empleo me facilitó la gracia, favor y benevolencia de muchos, porque en su distribucion no era muy escaso, pero cuidando que no faltase agua, y solo por ella tienen guerra los Sivisicosis con los vecinos. Dos dias estuvimos en este pueblo, y dudando si habiamos de pasar adelante ó volvernos, echamos suertes, y salió que prosiguiésemos.
Después, como el aire, agotado por las luces, parecía ponerse cada vez más impuro, decidimos volvernos a la celda tan hábilmente construida en la entrada de la estrecha galería exterior.
¡Que en qué batallas me encontré! exclamó D. Santiago Fernández, cuadrándose ante su interpelante y mirándole con el desprecio propio de los grandes genios que tienen puesta en duda su superioridad . ¿Pues no sabe todo el mundo que fuí asistente del señor marqués de Sarriá el año 1762, cuando aquella famosa campaña de Portugal, la más terrible y hábil y estratégica que ha habido en el mundo, así como también digo que después de Alejandro el Macedonio no ha nacido otro marqués de Sarriá?... ¡Qué cosas tiene este caballerito! ¡Preguntar en qué acciones me encontré! Aquélla fué una gran campaña, sí, señor: entramos en Portugal, y aunque al poco tiempo tuvimos que volvernos, porque el inglés se nos puso por delante, se dieron unas batallas..., ¡qué batallitas, mi Dios! Yo era asistente del Sr. Marqués, y todas las mañanas le hacía los rizos y le empolvaba la peluca, de tal modo, que la cabeza de nuestro General parecía un sol.
Pensativo dejó al matrimonio el desengañado parecer de don Justo; pero todavía se atrevió Simón a hacer este pequeño reparo: En todo caso, señor cura, siempre nos quedará el recurso, si nos pinta mal fuera de esta casa, de volvernos a ella con los trastos.
Palabra del Dia
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