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Las mujeres, puestas de pie sobre las sillas, miraban con nerviosa curiosidad la nube de humo erizada de relámpagos que se acercaba, dejando tras un ambiente cargado de azufre y voladoras pavesas; y cuando el estruendo llegaba frente a ellas, cubríanse los rostros con los abanicos, hundían la cabeza en el pecho, o sin dejar de reír, llevábanse las manos a los oídos, como si no pudieran resistir el trueno continuo, cuya intensidad subía o bajaba, llegando en algunos instantes, con la violencia de la explosión, a hacer el vacío, dejando sin aire los pulmones.

Uno de esos volátiles que los malayos llaman Kubug, nosotros, gatos o zorras voladoras, y los naturalistas, galeopithecus, si no me equivoco. ¿Qué clase de animales son? Parecen monos, más bien que gatos; tienen unos dos pies de altura, la cabeza pequeña, semejante a la de los chacales, el pelo rojo oscuro, y ejecutan vuelos hasta de doscientos pies.

Le obligaremos dijo ferozmente un senador . Si no trabaja no comerá. Además, nuestras máquinas voladoras y nuestros buques le harán obedecer. Esta contestación enérgica fué acogida con grandes aplausos, y después de ella cesó toda resistencia. Gillespie se libró de la muerte, pero fué condenado á trabajo perpetuo.

Esto resultaría interminable y haría durar su viaje varios días. Además, es indigno de nuestro progreso, á pesar de que usted nos cree bárbaros porque hemos querido olvidar la existencia de la pólvora. En tres horas llegaremos á la capital. Usted podrá marchar á grandes pasos, sin salirse del camino, y le escoltarán á gran velocidad nuestras máquinas terrestres y voladoras.

Su corazón se oprimió con el presentimiento de que todo este aparato bélico era á causa de alguna otra inconveniencia cometida por el gigante. Sobre la cumbre de la colina flotaban varias máquinas voladoras. Otras iban aproximándose á toda fuerza de sus motores, viniendo de distintos puntos del horizonte.

Un destacamento de amazonas armadas con arcos llenaba tres vehículos enormes, sin duda para recordar al gigante que no era mas que un prisionero. Las dos máquinas voladoras que permanecían día y noche sobre el enorme edificio abandonaron su inmovilidad, lanzándose á través del aire como para indicar la dirección al cortejo terrestre.

Desapareció igualmente la máquina que había servido el desayuno, y los siervos atletas empezaron á trabajar en torno del cuerpo de Gillespie. En un momento le libraron de las ligaduras que sujetaban sus muñecas y sus tobillos. Al desliarse el enroscamiento de los hilos metálicos, las máquinas voladoras tiraron de estos cables sutiles, haciéndolos desaparecer. Pero no por esto se alejaron.

Ni una palabra más insistió el doctor . Le advierto que anoche casi demolió usted en la obscuridad una de nuestras máquinas voladoras al dar un zarpazo en el aire. Faltó poco para que cayese al suelo desde una altura enorme, matándose sus tripulantes. Después de esto, reconocerá que nuestro gobierno obra prudentemente al no tratarle con una confianza ciega.

Podían apreciar ahora la grandeza del Hombre-Montaña mejor que cuando le veían tendido en el suelo. Los tripulantes de las máquinas voladoras se unieron á esta ovación haciendo evolucionar sus quiméricas bestias en torno del rostro de Gillespie.

Ayer monarca de los bosques eras, dispensador de sombra regalada, lecho hojoso del aura enamorada, bulliciosa ciudad de aves parleras. Hoy, triste, escueto, ni volver esperas a tu pomposa juventud pasada; de desnudéz imagen desolada, y esqueleto de muertas primaveras. Mas no llores tu verde lozanía, ni las ausentes auras voladoras, ni tu diadema de follaje vano.