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Actualizado: 15 de mayo de 2025


La novedad del país, la molestia del viaje, el aullar de los chacales y sobre todo un calor enervante, abrumador, una completa sofocación, como si las mallas de la mosquitera no permitiesen pasar un soplo de aire... Al abrir, de madrugada, la ventana, una bruma de estío, densa y moviéndose lentamente, ribeteada de negro y rosa en los bordes, flotaba en los aires como una nube de humo de pólvora sobre un campo de batalla.

Poco después de este furibundo demagogo, otro personaje entró en escena. ¿Quién será? dijo el Doctrino sintiendo los pasos. Apuesto á que es el mismo Lobo en persona. Un hombre alto, flaco y vestido de negro entró en la habitación. Era don Julián Lobo, célebre republicano que después fué faccioso y uno de los más sanguinarios chacales del absolutismo.

¡Bien lo ha hecho usted! le decía el Doctrino á Lázaro. Yo me lo esperaba. Esta noche nuestro partido adquiere con la palabra de usted una fuerza terrible. Don Elías, puede usted estar orgulloso de su sobrino. que lo estoy dijo Coletilla sonriéndose como acostumbran hacerlo los chacales y las zorras, á quienes ha puesto la Naturaleza una contracción diabólica en el rostro.

La retirada se convirtió en huida muy pronto. Tal como un rebaño de ciervos huye y se desbanda perseguido por los chacales, así los hijos generosos de Lancia huyeron aquella noche memorable, perseguidos por los civiles sedientos de sangre. El suelo quedó sembrado de instrumentos de bronce, testigos de la afrenta.

Uno de esos volátiles que los malayos llaman Kubug, nosotros, gatos o zorras voladoras, y los naturalistas, galeopithecus, si no me equivoco. ¿Qué clase de animales son? Parecen monos, más bien que gatos; tienen unos dos pies de altura, la cabeza pequeña, semejante a la de los chacales, el pelo rojo oscuro, y ejecutan vuelos hasta de doscientos pies.

Y luego, agachándose a mis pies, me contó en un flujo de palabras roncas su aflicción: mientras yo dormía se esparció por la ciudad el rumor de que un extranjero, el «Diablo extranjero» había llegado con bagajes cargados de tesoros... Ya, desde el comienzo de la noche, él había entrevisto rostros ansiosos, de ojos voraces, rondando la barraca, como chacales impacientes... Y ordenó a los koolíes que atrincherasen la puerta con los carros de los bagajes, formados en semicírculo a la manera tártara.

Palabra del Dia

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